Por Dr. Pedro Bordaberry (*)
“¿Me podrías indicar dónde tengo que ir desde aquí?”, preguntó Alicia.“Eso depende de adónde quieras llegar”, contestó el gato. “A mí no me importa demasiado adónde”, empezó a explicar Alicia. “En ese caso da igual hacia adónde vayas”, interrumpió el gato. “… siempre que llegue a alguna parte”, terminó Alicia a modo de explicación.“¡Oh! siempre llegarás a alguna parte”, dijo el gato.
Este pasaje de la obra de Lewis Carrol “Alicia en el País de las Maravillas” parece un buen resumen de la situación en que se encuentra nuestro gobierno en materia de Educación.
Quiere ir a algún lugar, sabe que no puede seguir en la situación actual, pregunta y pregunta, pero no tiene claro adónde quiere llegar.
Hace un año nos convocó a todos los partidos a un Acuerdo Multipartidario Nacional en materia de Educación. Ahí enviamos todos a nuestros mejores hombres que trabajaron y llegaron a diversos acuerdos.
Paso un año y nada de aquello se concretó. Nada se hizo. Ahora el Gobierno llama a una cumbre educativa de la que excluye a casi la totalidad de la oposición. El país entero observó atónito esa cumbre oficialista en la que no se llegó a nada concreto.
En lo único en lo que todos estamos de acuerdo es en que nuestra educación va de mal en peor. Las estadísticas, estudios y números así lo confirman. Pésimos resultados en las pruebas Pisa, últimos entre los países del Mercosur entre las personas de 15 o más años que terminaron la educación secundaria (detrás de Paraguay, Brasil y Argentina), nuestra Universidad de la República no está entre las mil mejores del mundo, y así podríamos seguir y seguir.
El gobierno sabe que no podemos seguir en esta situación y cómo Alicia pregunta y pregunta dónde tiene que ir y no adónde quiere llegar. Es imposible o propio de un lugar lleno de locos como aquel en que se encontraba Alicia preguntar dónde ir sin saber donde se quiere llegar.
En recientes estudios realizados en Francia se llega a conclusiones que parecen trasladables al Uruguay. Los galos reconocen que su educación se encuentra en crisis. Las pruebas Pisa muestran un retroceso enorme (aunque con resultados muy superiores al de Uruguay). Se encendieron todas las alarmas cuando se constató que sólo el 65% de los franceses concluye la educación secundaria. Su vecino Alemania realizó un acto simbólico para celebrar que el 99,5% de sus jóvenes si la terminan lo que puso mayor presión.
Mientras ello sucede, en nuestra Patria Oriental hacemos cumbres y nos planteamos discusiones sin apuro pese a que sólo el 32% de nuestros jóvenes terminan el liceo, contra el 65% francés, el 72% chileno y el 99,5% alemán.
Es momento de concretar, de hacer, y para ello tenemos que tener claro el rumbo. Dos voces se alzaron en ese sentido en estos días. Las dos claras y contundentes. Una en Francia, la de S. Coignard, y otra en Uruguay, la de J. Grunberg.
La francesa afirma que una educación facilista y demagógica es la culpable de los males que afectan al sistema educativo que otrora fuera ejemplo en el mundo. Para ella existe una suerte de pacto tácito entre la burocracia estatal y pedagogos imbuidos del espíritu anti autoridad del mayo del 68 francés que tratan de evitar la cólera sindical y el activismo estudiantil. El resultado de esto es que se liquidaron las exigencias, la jerarquía, las metas y en nombre del igualitarismo se llega a un facilismo que todo lo inmoviliza.
Algunos se salvan. Son los que tienen dinero para enviar a sus hijos a institutos privados donde existen las exigencias, la jerarquía y la excelencia. De esa forma lo que sucede en la educación pública no hace otra cosa que castigar a quienes menos tienen.
Grunberg profundiza esto y lo vincula con el debate sobre la distribución de los ingresos en un artículo clarificante publicado en el diario El País (http://bit.ly/f4H7q2).
“El verdadero desafío no es mejorar el ingreso de las personas sino su capacidad para generar el ingreso”, afirma. Tiene razón. Las únicas políticas efectivas para alcanzar una redistribución efectiva y sostenible de la riqueza son aquellas que permiten mejorar la capacidad de las personas de generar ingreso.
El 32% de los muchachos que hoy terminan la secundaria en el Uruguay tendrán mayores oportunidades que el 68% que no lo hace. La inversión debe estar destinada a lograr que ese 68% baje y llegue como en Alemania al 0,5%. Durante años nos enorgullecimos de tener la tasa de analfabetismo mas baja de América. Hay que fijar metas y trabajar para lograrlas.
Para ello se necesitan menos cumbres, tener claro los objetivos y jugársela con medidas concretas. En los días por venir iremos proponiendo 50 medidas concretas para mejorar la educación.
Como la que con el Dr. Ope Pasquet, a su iniciativa, propondremos la semana próxima como proyecto de ley en el Parlamento: la obligatoriedad que se dicten como mínimo 180 días de clase en el 2011, 190 en el 2012 y 200 en el 2013.
Es el momento de hacer cosas concretas y tener claro cuál es el rumbo dónde ir: que más uruguayos completen el liceo y que tengan mayor capacidad para generar ingresos.
De lo contrario seguiremos como Alicia con el gato de Chesire inmovilizados en un país que parece de Maravillas pero que no es real.
(*) Abogado. Senador de la República. Secretario general del Partido Colorado.
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