EDITORIAL: Maneco, la historia y la tradición colorada.

Por Prof. Gustavo Toledo

Desde hace años, por no decir décadas, los colorados venimos prescindiendo de conocer nuestro pasado. Por desidia, falta de interés o, lisa y llanamente, comodidad, les dimos la espalda a los grandes hombres y mujeres que lo poblaron. Optamos por vivir en un presente absoluto, sin profundidad histórica, viendo ese pasado como algo casi sin importancia; como una masa informe de nombres y acontecimientos que debíamos reivindicar en caso de agresión externa, por obligación, y nada más. 
  

Curiosamente -o quizás no tanto-, participamos de la "nostalgia-ambiente" que nos domina, de ese “enamoramiento” tan típicamente uruguayo con la imagen que nos devuelve el espejo retrovisor -o que creemos que nos devuelve-, pero no pasamos de ahí. No nos preocupamos ni nos ocupamos de transformarla en algo productivo. O sea, en un aliciente para descubrir y aprender de lo que fuimos para de ese modo definir y conquistar lo que queremos ser.

Por desgracia, no tenemos una relación sana y franca con el pasado. No hacemos otra cosa más que chapotear (repetir lugares comunes), sin trascender el plano de lo anecdótico. Por ejemplo, pocos de los nuestros -sobre todo los más jóvenes- conocen quién fue Don Joaquín Suárez, la trayectoria política de Don Tomás Berreta o el rol le cupo a Don Amilcar Vasconcellos frente a los sucesos de 1973.¿Se pueden construir edificios sólidos sin buenos cimientos? Claramente no.

Así, mientras unos se afanan desde hace mucho en reinterpretar el pasado a su gusto, tergiversándolo,  distorcionándolo, asignándonos el lugar que más les conviene, otros decidimos bajar los brazos y no dar batalla. Así, poco a poco, no sólo fuimos perdiendo legitimidad frente a la gente (nos transformamos de acuerdo a los nuevos relatos oficiales en los malos de todas las películas) sino que también fuimos perdiendo contacto con nuestras propias raíces. Descoloradizándonos, si cabe el término. Es decir, diluyendo nuestra rica tradición en una liturgia cada vez más lavada y sin sustancia.

Una de las víctimas de ese olvido inconsciente, generalizado, injusto, criminal, es el ex diputado, senador y ministro colorado, de brillante y honrada actuación, Manuel Flores Mora, más conocido por familiares y amigos como “Maneco”. A quien, en esta edición, precisamente, decidimos homenajear con motivo de cumplirse este 15 de febrero 26 años de su desaparición física.

Cuando hablamos de “Maneco” hablamos de un personaje auténticamente colorado. Un batllista de ley. De esos que hoy casi no quedan y que las nuevas generaciones no se pueden dar el lujo de desconocer.

Desde Reconquista, venimos luchando, en la medida de nuestras posibilidades, contra el olvido en sus dos formas: la retórica (extirpar nombres y acontecimientos de las historia) y la práctica (no ser fieles a las conductas y principios de nuestras grandes referentes éticos). Buscamos rescatar figuras y acontecimientos que dejaron huella, como lo hicimos hace un par de semanas a través de una edición especial destinada a rendir tributo a Wilson Ferreira Aldunate, un blanco que valoramos y respetamos y en buena medida sentimos como propio, en el entendido de que el pasado no sólo nutre y enriquece el presente sino que también nos brinda pistas y referencias para construir el futuro. En resumen, buscamos cultivar la memoria, rescatar los buenos ejemplos que yacen en el fondo de la historia y, básicamente, alumbrar el mañana a partir de una justa comprensión del ayer.

Francamente, hoy necesitamos más que nunca de demócratas como él; de principistas como él; de hombres apasionados con la defensa de la libertad y la justicia social (lo que en nuestro país se llamó y se llama Batllismo), como él lo hizo hasta sus últimos días. Necesitamos muchos “Manecos” dispuestos a jugarse la ropa por sus ideas y a exponer incluso sus propias entrañas en aras de despertar conciencias y alumbrar porvenires.

Esta edición homenaje, con las acotaciones de rigor, cuenta con aportes valiosísimos que confiamos que los amables lectores sabrán apreciar.

Los invitamos a participar de este modesto y republicano tributo a uno de los nuestros. A un uruguayo que encarna parte de lo mejor que fuimos y queremos volver a ser.