El refrán según el cual “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”, no vale solo en la vida cotidiana: se aplica también a los asuntos públicos.
El pasado lunes 14 se reunió el Poder Ejecutivo en pleno con el CODICEN y la Universidad de la República, para considerar la situación de la educación en el país. Finalizada la reunión tras varias horas de deliberaciones, la prensa informó que varios ministros habían calificado de “pobres” las respuestas de los miembros del CODICEN a las preguntas y planteamientos que se les formularon.
El presidente de la república comentó que su gobierno no se propone desconocer la autonomía de la enseñanza, entre otras razones porque no tiene claro qué es lo que hay que hacer en esa materia.
La Directora General del Consejo de Enseñanza Secundaria, Pilar Ubilla, dijo al diario El País: “Tenemos claro que la educación media debe transformarse, debe adaptarse a la revolución tecnológica, a los intereses de los jóvenes, pero no está claro cómo se va a lograr”; “uno de los problemas que tenemos es que hay muy poco nivel de propuesta en general”, agregó.
(Recuerde el lector, para su tranquilidad, que el Consejo presidido por la tan sincera como desorientada profesora Ubilla está integrado también por el profesor Guasco, que fue quien propuso cerrar los liceos durante un año para pensar qué hacer con ellos).
Mientras la falta de claridad acerca de lo que hay que hacer aflige tanto al primer magistrado como a la número uno de Enseñanza Secundaria, la falta de reparaciones impide o estorba el funcionamiento de centenares de locales escolares y liceales. El importantísimo aumento presupuestal que recibió la ANEP durante el anterior período de gobierno, y que permitió alcanzar el mítico 4,5% del PBI, no alcanzó, parece, para tapar las goteras. En materia edilicia no se puede decir que los resultados no aparecen porque los procesos educativos llevan tiempo. Se aduce otra explicación: mientras el país sufre los efectos de una larga sequía, lo que impidió la culminación exitosa de las reparaciones en la escuela Brasil fue la tormenta del 17 de enero... (El País de hoy, página A8).
Con respecto a la educación, nada menos, las autoridades no saben qué hacer y las corporaciones docentes atrincheradas en los consejos defienden celosamente sus propios intereses, pero tampoco saben qué hacer (la “propuesta” del consejero Guasco es una verdadera confesión en ese sentido).
Mientras tanto, el tiempo sigue pasando para los niños y jóvenes que asisten a la enseñanza pública y reciben una educación que a la sociedad cada día le cuesta más, y a ellos les aporta cada vez menos.
Definitivamente, para gobernar no alcanza con las buenas intenciones, ni con las buenas intenciones más el 4,5% del PBI.
(*) Abogado. Senador de la República.
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