Senador Pedro Bordaberry |
Don
Tito era un hombre campo, de esos a la antigua, de los que se dice no hay más.
A su mirada atenta no
se le escapaba nada. Ni el nido de un pájaro, ni una tranquera mal cerrada o
las nubes que presagiaban la tormenta. Su fino olfato y la agudeza de su oído
le permitían conocer cada secreto del campo oriental.
No le gustaba la
bebida ni los que tenían afición al juego y al alcohol.
Tenía bajo sospecha a
un alambrador conocido como “el paraguayo”. El hombre tenía adhesión a la caña
y le costaba terminar sus trabajos, algo imperdonable para Don Tito.
Una mañana le cayó sin
previo aviso a controlar una línea que el alambrador decía haber terminado. El
hombre había pedido cobrar porque quería tomarse unos días de descanso y
aseguraba haber finalizado el trabajo.
La portera de marco
apoyada sobre uno de los postes, sin colocar, llamó la atención del ojo avizor
del capataz.
“¿Cómo quedó la
portera, paraguayo” preguntó.
“Al pelo, Don Tito”
fue la respuesta.
Mientras afirmaba esto
una ráfaga de viento hizo caer la portera pesadamente sobre el alambrador.
El ingenio popular,
ese que no descansa, popularizó en Durazno el dicho “Al pelo Don Tito, dijo el
paraguayo, y se le cayó encima la portera”.
Es lo que habría que
decirles a las autoridades de la Educación.
“¿Cómo va el comienzo
de las clases, como están los liceos y las escuelas?”.
La respuesta parece
haber sido la misma:
“Al pelo”.
Tan al pelo que se
tomaron diez días de vacaciones después de haber dejado sin clases a 3000 niños
en las escuelas y 4000 adolescentes en los liceos.
La portera se les vino
abajo pero parece que no importa.
No se recuerda un
comienzo de año lectivo más caótico que el que hemos tenido en este 2012.
Miles de jóvenes y
niños sin escuela y liceo, padres y docentes reclamando locales, baños o
condiciones mínimas para dictar clases.
Ello mientras el CODICEN
devolvió el año pasado 50 millones de dólares que tenía para invertir en
reparaciones y construcciones de locales educativos.
Es decir que existían
los recursos para acondicionar y construir locales educativos pero por
ineficiencia, ineptocracia y mala gestión no se utilizaron.
Para peor el no gasto
de ese dinero vino acompañado por un pedido para distribuir el mismo entre
todos los funcionarios públicos del sector.
Las explicaciones
oficiales fueron una tomada de pelo. El Ministro Ehrlich adujo que los locales
no estaban prontos para el comienzo de las clases porque habían empezado tarde
su acondicionamiento (“a finales de Enero y no en Diciembre”).
La Senadora Topolanksy
justificó que haya miles sin clases porque hay otros miles que si tienen
locales en forma (“Hay más locales en condiciones que los que no lo están”
afirmó con total desparpajo).
El caos de un comienzo
de clases plagado de reclamos, paros y ocupaciones ofrecía sin embargo una
posibilidad de ponerse al día. El asueto de la Semana Santa brindaba diez
valiosos días para trabajar, acondicionar locales y recuperar el tiempo perdido
por la demora en comenzar las obras en Enero.
Sino alumnos en las
escuelas y liceos, se facilitaba las tareas.
Ante tantos problemas
estos diez días mas que tiempo eran oro. Así lo advertimos y reclamamos antes
del asueto semanal.
Pero no se escuchó el
pedido.
Según informó el CODICEN
no se hicieron obras, no se trabajó en acondicionamiento de locales y escuelas
durante la Semana Santa. Todos de vacaciones como el paraguayo alambrador.
Si preguntan como
están los locales educativos se contestará:
“Al pelo Don
Tito” y se nos cayó la portera encima.
(*) Abogado. Senador de
la República. Líder de Vamos Uruguay
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