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Dr. Julio María Sanguinetti |
Entrevista del diario El País al ex
presidente de la República.
El martes 17, a la hora 19.30 en el
Hotel Radisson, el dos veces presidente (1985-1990 y 1995-2000) presentará su
libro “La Reconquista. Proceso de la restauración democrática en Uruguay
(1980-1990)”, su segunda obra sobre la historia reciente (la primera fue “La
agonía de una democracia”, en la que cuenta cómo se llegó al golpe de Estado de
1973). En esta entrevista, Sanguinetti repasa la salida de la dictadura y habla
de temas actuales, como la crisis comercial con Argentina y el futuro del
Mercosur.
-El libro abarca un período que aún
está en debate. Hoy la ley de Caducidad prácticamente perdió vigencia, hay
militares presos -entre ellos el exdictador Gregorio Álvarez- y se han hallado
restos de detenidos-desaparecidos. ¿Cómo valora la salida de la dictadura en
función de estos hechos?
-Lo más importante de aquel período fue que
logramos salir de la dictadura en paz y libertad. Y además crecer económica y
socialmente, bajar la pobreza del 46% al 26%. En cuanto al debate sobre esos
aspectos remanentes de la dictadura, sin duda aquella transición fue ejemplar
en sus resultados. La amnistía a los tupamaros pacificó a los guerrilleros que
habían iniciado la violencia política. La amnistía a los militares les
subordinó y no sufrimos problemas como la Argentina. Y todo esto fue apoyado
por el pueblo que ratificó dos veces la ley de Caducidad. Lo que ha ocurrido
últimamente con la ley simplemente ha sido una grosera violación del Estado de
Derecho, al despreciar los pronunciamientos del órgano máximo de la democracia:
el cuerpo electoral.
-¿Qué tesis maneja al respecto en su
libro?
-La obra no es un ensayo teórico. Es un relato de
hechos, como fue el libro anterior (La agonía de una democracia). Los hechos
pueden interpretarse con matices, pero lo importante es que todos reconozcamos
que los hechos son hechos. En los temas polémicos resumo todas las posiciones y
los argumentos de cada lado, con una intención de verdad. Desgraciadamente
cuando se mira hacia allí solo se mira la parte polémica y parecería que la
democracia fuera una cosas que nos levantamos una mañana y la compramos en un
supermercado ya hecha.
-¿En algún momento pensó o tuvo
indicios de que los militares no fueran a respetar el resultado del plebiscito
de 1980?
-Todo era muy incierto y lo fue hasta el mismo
1984. Felizmente, los principales mandos de la época aceptaron el fallo de las
urnas y abrieron la posibilidad de una negociación.
-¿Cuándo supo que efectivamente iban
a entregar el poder?
-Después del pacto del Club Naval (agosto de 1984)
ya no tuve dudas. Había un compromiso muy fuerte de los propios mandos
militares, pese a los rayos y centellas que nos venían desde el gobierno y de
Álvarez.
-¿Alguna vez se arrepintió por
aceptar condiciones impuestas por los militares?
-Prácticamente no hay condiciones de los militares.
La Constitución volvió a funcionar plenamente. Los únicos condicionamientos
fueron crear un Consejo de Seguridad totalmente asesor, que nunca se citó
siquiera y, en la primera designación de generales, optar entre los dos más
antiguos. Luego se hablaba de una Constituyente que nunca se convocó. O sea que
condicionamientos prácticamente no hubo.
-En el Club Naval, ¿las leyes de
amnistía y de Caducidad, no fueron parte del pacto?
-No se habló para nada de ninguna amnistía. Si
nosotros nos sentábamos allí y les decíamos a los militares `bueno, miren, todo
esto queda claro, asumimos el gobierno y el 2 de marzo salen todos los
tupamaros`, nos daban la mano y se terminaba la negociación. Eso es clarísimo.
Nosotros no planteamos el tema y ellos tampoco reclamaron nada. Por entonces
los militares no reclamaban ninguna amnistía porque estaban en la tesis de que
habían actuado dentro de los códigos de la guerra. Esa es la verdad
absolutamente histórica.
-Entre los protagonistas de ese
período hay tres que jugaron papeles claves: Wilson Ferreira Aldunate, Líber
Seregni y Hugo Medina. ¿Qué lugar le asigna a cada uno?
-Todos fueron fundamentales, cada en lo suyo. La
lucha de Wilson desde afuera, si bien le retaceó posibilidades políticas, ayudó
-con su presión- a que la negociación fuera fructífera. Seregni pacificó a las
fuerzas de izquierdas y luego apoyó el Pacto del Club Naval. Medina encabezó el
sector militar que procuró con franqueza una salida. Podemos añadir a esa
lista, hablando de los fallecidos, a Enrique Tarigo, figura en aquel debate de
1980 en que junto a Pons Etcheverry destrozaron la propuesta constitucional
militar. Y a don Juan Vicente Chiarino, ejemplar ciudadano. A la memoria de
todos ellos está dedicado este libro. El país debe sentir que cada partido y
sus líderes hicieron lo que, en su circunstancia, había que hacer.
-Del Club Naval participaron el
Partido Colorado, la Unión Cívica y el Frente Amplio. ¿De haber estado el
Partido Nacional, los militares hubieran aceptado al Frente Amplio?
-No lo sé. Lo que sí sé es que al no estar el
Partido Nacional, o se habilitaba al Frente Amplio o no había acuerdo. El
Partido Colorado y la Unión Cívica en solitario no hubiéramos podido.
-El presidente Mujica, en un acto en
el Palacio Legislativo, asumió en nombre del Estado la responsabilidad por el
caso Gelman, en cumplimiento de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Usted no concurrió y hasta lo consideró "una farsa". ¿Por
qué?
-Primero, porque se presentaba como un acto inédito
de "asunción de responsabilidad" cuando el Estado lo hizo desde el
primer día, liberando presos, amnistiando guerrilleros, reponiendo 10 mil
destituidos, pagando indemnizaciones millonarias en dólares a familiares de
víctimas, gastando 100 millones de dólares en resarcimientos a exiliados, a
destituidos… En segundo lugar, porque la sentencia de la Corte Interamericana
ignoraba los pronunciamientos de la ciudadanía y sobre eso no tiene competencia
ningún tribunal internacional. En tercer lugar, porque una vez más es un acto
hemipléjico: condena la violencia militar, incuestionablemente desbordada, y no
tiene una palabra para la violencia política que en plena democracia, con un
gobierno blanco colegiado, comenzó el proceso de deterioro de nuestro sistema.
-Usted siempre consideró comprendidas
dentro de la ley de Caducidad todas las denuncias que le llegaban. A partir del
gobierno de Tabaré Vázquez el criterio cambia. ¿Qué opina de esas decisiones de
Vázquez?
-Creo que cambió el criterio equivocadamente. El
tema es que la ley fue una amnistía. Luego se ha sentado la tesis de que no,
incluso la Justicia dice que no y que en consecuencia se puede hacer una cosa o
hacer otra. No es así. Es verdad que la redacción del primer artículo no es muy
clara, pero su intención no hay ninguna duda cuál es, a tal punto que los que
la votamos a favor decíamos que era una amnistía y los que la votaban en contra
que era una ley de impunidad. Es decir, que todos teníamos claro que era una
ley de amnistía.
-Si Vázquez hubiera mantenido ese
criterio no se hubieran hallado restos de desaparecidos en predios militares.
-Yo diría que no es así. No es por la pesquisa
judicial (que se encontraron los restos), esas cosas son por las pesquisas
administrativas. Es decir, porque el Poder Ejecutivo tuvo datos suficientes y
se excavó aquí y allá. Del mismo modo, en nuestro tiempo también se hicieron
cosas, se encontró a la niña Zaffaroni en Buenos Aires, con los pocos datos que
había en aquella época. Hasta habíamos contratado a un detective.
-¿Cómo está viendo al gobierno de
Mujica?
-Se ha beneficiado de un maravilloso y único
momento económico del mundo, para con toda Sudamérica. Dentro de ese contexto,
el mérito ha sido no tocar lo que venía de los gobiernos colorados y blanco y
mantener la misma política en cuanto a manejo de la deuda externa, equilibrio
fiscal, política cambiaria, apertura comercial, etcétera. En lo que innovó es
el problema. La educación se quiso cambiar y es un desastre; la seguridad
pública se quiso encarar distinto y es otro desastre; lejos de achicarse la
deuda externa se ha seguido agrandando y falta inversión en energía, en
telecomunicaciones y en infraestructura. En todos esos temas, este gobierno
hereda malas decisiones del gobierno de Vázquez y si bien Mujica ha tenido el
tino de reconocer los problemas, no ha decidido con la claridad necesaria. En
el relacionamiento internacional mostraron un talante distinto con el gobierno
argentino. Paga Mujica el error de Vázquez. Porque Vázquez tuvo en sus manos un
TLC con Estados Unidos y él mismo dijo que el tren pasaba una sola vez. Después
por la negativa del Frente Amplio desistió del TLC y ahí quedamos prisioneros
del Mercosur y en particular de Argentina.
-¿Y las relaciones actuales con el
gobierno argentino?
-Muy mal. Creo que Argentina no asume la
responsabilidad que tiene como socio. Los cuatro socios del Mercosur podemos
aplicar la política económica que queramos; lo que no podemos hacer es violar
los tratados. Si tenemos un tratado que dice que la mercadería puede circular
libremente, por nuestra cuenta no podemos eludirlo. Argentina puede hacer lo
que quiera con el resto del mundo, pero adentro del Mercosur tiene que cumplir
con lo que está previsto. Hoy el Mercosur como está, lo reconoció en estos días
el canciller Luis Almagro, no está funcionado. No responde para nada ni a sus
expectativas y ni a sus realidades. El país se va a tener que enfrentar a un
sinceramiento.
-¿Qué debe hacer Uruguay? ¿Seguir en
el bloque o abrirse?
-Hoy Uruguay tiene muchas razones para no romper
unilateralmente. Creo que no debiera hacer eso. Lo que debe es negociar hacia
dentro del Mercosur y, así como tenemos un TLC con México, también lo tengamos
con otros países. Además se justifica plenamente. Nosotros no tenemos capacidad
de daño ante Argentina y Brasil por una razón de tamaño. Por eso es ridículo
cuando alguien dice que se deben tomar medidas espejo. Es como ponerse delante
de Cassius Clay, uno le pega un piñazo y el otro ni se entera, luego viene el
piñazo de él y nos mata. Esto es lo mismo. Entonces, mi impresión es que
tenemos que salir a negociar con fuerza programas de liberalización (del
comercio) e ir transitando a ver si el Mercosur reacciona. Porque tampoco nadie
lo planteó en los términos cabales. Se habla de las trabas comerciales, las
cuotas… No señor, vamos a cumplir con el Mercosur.
Acuerdo educativo: "No hay
voluntad"
-¿Comparte los términos del acuerdo
educativo firmado entre el presidente y los partidos políticos?
-Vale por ser un acuerdo entre gobierno y partidos,
vale por reconocer la crisis y vale por aceptar un programa de mejora, no muy importante,
pero de interés. No es más que eso, pero los hechos nos dicen que ni siquiera
hay voluntad de cumplir ese pequeño acuerdo. La mala gestión evidenciada estos
días absorbe todo. De la educación en serio, ni se habla. Los rendimientos
escolares son bajísimos, la repetición altísima, la matemática fracasa, las
horas de clase son insuficientes, la formación docente ha caído, los programas
han retrocedido. Esperemos que por lo menos mejore la evaluación y se pueda
actuar sobre diagnósticos que nadie discuta.
-La seguridad pública es desde hace
un tiempo el tema que más preocupa a los uruguayos. ¿La solución es mayor
represión o más prevención?
-Las dos cosas. Hay que invertir en cárceles, hay
que mejorar la acción social en los barrios (prevención y represión),
coordinando todos los recursos del Estado. Hay experiencia conocida que no se
ha usado. Medellín ha sido un buen ejemplo, con una vigorosa acción represiva y
una notable programación preventiva, basada en formidables centros culturales y
sociales en los barrios más difíciles. Eso logra una presencia del Estado muy
fuerte. Lo que hay que lograr es eso, que el Estado se meta y desmarginalice.
-Este gobierno comenzó con
experiencias de megaoperativos en algunos barrios conflictivos.
-Esas son las viejas razzias que no pasan de ser
una acción policial episódica.
-Las encuestas de intención de voto
muestran que el FA se mantiene primero, el Partido Nacional segundo y el
Partido Colorado tercero. ¿Le preocupa la situación de su partido?
-Si es por esas cuentas, los más preocupados
deberían ser los oficialistas, que hoy no superarían a los partidos
tradicionales. En cuanto al Partido Colorado por cierto esa encuesta no me
alegra, pero tengo la esperanza de que siga mejorando. Requiere de la
incorporación de más gente joven y de que se reflejen del mejor modo todos los
matices que hubo siempre, como en todos los partidos.
-¿Pedro Bordaberry es el mejor
candidato que tiene hoy el Partido Colorado?
-Lo dirá la gente. En este momento lo es.
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