Probablemente todo el mundo ha escuchado acerca de la
huella de carbono de las diferentes fuentes de energía, la huella más grande es
la del carbón pues la energía eléctrica
generada en base a la quema de carbón emite 900 kilogramos de CO2 por MWh
producido al medio ambiente.
La energía eólica y la energía nuclear tienen la huella de carbono más
pequeña con tan sólo 15 kilogramos de CO2 emitido a la atmósfera por MWh
generado. La huella proviene en estos casos, de la producción de cemento
portland, la minería de hierro y uranio además de la producción de acero
necesarias para la construcción de las torres que soportan al generador eólico
y el mismo molino de viento así como las construcciones civiles de los
reactores nucleares y su combustible
nuclear.
La generación en base a biomasa se supone neutral en materia de huella del
carbono ya que succiona CO2 de la atmósfera para luego emitir cuando se genera
la energía eléctrica pero existen pérdidas durante la producción y son
significantes dependiendo del tipo de biomasa.
Las emisiones y las huellas de carbono son consideradas como externalidades
y tiene asociados costos que varían según consideraciones económicas diversas.
Se consideran cargos por polución o impuestos a la huella de carbono en el
rango de US$ 15 a 40 por tonelada de CO2 liberado al medio ambiente. 100
hectáreas inundadas para el espejo de agua necesario para el reservorio de una
represa hidroeléctrica son algo peor para el planeta que 100 hectáreas
utilizadas para instalar paneles fotovoltáicos pero en cualquier caso dicho
territorio se ve afectado en forma importante para otro tipo de actividad
productiva.
En cambio el concepto de “huella de muerte de la fuente energética” se
discute muy escasamente. La “huella de muerte” es la cantidad de personas
fallecidas por un cierto tipo de energía por MWh producido. Así como el carbón
tiene la más grande huella de carbono también tiene la huella de muerte más
importante de todas las fuentes de energía mientras que la nuclear y la eólica
las más pequeñas.
La Organización Mundial de la Salud, el Centro de Control de Enfermedades y
la Academia Nacional de Ciencias de EEUU y muchos otros estudios en materia de
salud humana de la última década, indican que el impacto perjudicial para la
salud es muy importante en los casos de combustibles fósiles y fuentes de
biomasa.
De hecho la OMS ha señalado que la quema de biomasa en países en vías de
desarrollo constituye un peligro
principalísimo a la salud de sus poblaciones.
TABLA DE MORTALIDAD POR FUENTE DE ENERGÍA (muertes por Giga
MWh)
§ Carbón- 170.000 (50% de la energía eléctrica global)
§ Petróleo – 36.000 (36% de energía, 8% de electricidad
global)
§ Gas natural- 4.000 (20% electricidad global)
§ Biocombustible/biomasa- 24.000 (21% energía global)
§ Solar- 440 (menos del 1% de la energía eléctrica mundial)
§ Eólica- 150 (aprox 1% de la electricidad global)
§ Hidroeléctrica- 1400 (15% electricidad global)
§ Nuclear- 90 (17% electricidad global)
Las micro partículas resultantes de la quema del carbón, petróleo y biomasa
provocan enfermedades respiratorias, una especie de fumadores pasivos.
Actualmente las muertes en China debidas al carbón llegaron a 300.000 el año
pasado.
Los accidentes de represas en China como el de Bangiao en 1976 provocó el
fallecimiento de 171.000 personas. La eólica tiene casos de trabajadores que
caen de los molinos y accidentes de incendio y embalamiento destructivo de los
generadores en altura. La nuclear tiene la huella de muerte menos significativa
incluyendo las proyecciones del accidente más grande Chernobil y Fukushima que
de hecho no provocó una sola muerte por razones de radiactividad. Otra razón
del bajo índice de muertes es la gran producción de energía eléctrica por
unidad.
Todas las nuevas plantas nucleares cuentan con tecnología GenIII o
superior, con seguridad intrínseca y pasiva que prevén y manejan muchísimo
mejor los casos posibles de accidentes que los viejos reactores nucleares de la
década del 60.
Se estima un 10% más de gastos en salud en aquellos países que cuentan con
usinas a carbón en su matriz energética.
Otra manera de ver el impacto de la elección de las fuentes de generación
eléctrica en la salud de una nación es considerar que se necesitan 2.000
muertes para mantener encendidas la iluminación de Pekín pero tan sólo 200 para
mantener iluminada a la ciudad de Nueva
York.
(*) Ingeniero. Ex
Director de Energía del gobierno del Dr. Jorge Batlle (2000-20005)
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