El ex presidente Tabaré Vázquez retornó a la actividad
política. Luego de una penitencia auto impuesta, después de sus infelices
declaraciones sobre el pedido de ayuda militar que le hizo a George W. Bush
para que dijera que era su amigo y así aplacar a los Kirchner en un eventual
conflicto bélico; fue de a poco, acercándose a los micrófonos.
Su retorno significa la vuelta de la vieja política. La política de la
confrontación. La división maniquea de la sociedad. Él y los suyos, son los
buenos que salvarán el mundo. Nosotros somos los perversos que deseamos lo peor
para la gente.
Otra veta que desarrolla Vázquez es el mesianismo. Él y su partido son lo
que el país necesita y ¡pobre Uruguay! si ellos pierden la elección.
Seguramente ese mesianismo es lo que en realidad se vive al interior del
Frente Amplio. Si Vázquez, vaya a saber por qué, no es candidato, la dirigencia
frentista estará en problemas serios.
Ha dicho que no se definirá, públicamente, hasta setiembre y octubre. Y
cabe preguntarse ¿por qué la espera? ¿por qué la incertidumbre, cuando todo es
dable para que sea? Porque esa espera le da poder interno. Como sabe que sin su
candidatura el escollo a resolver es enorme, pone condiciones. Tiene algunos
meses aún para hacer ese juego.
"La
derecha, los partidos tradicionales"
En un encuentro sobre gobiernos departamentales, Vázquez se despachó contra
la oposición. Es lo más fácil, atacar cuando no se puede hablar de
realizaciones propias. Claramente no puede hablar de los principales problemas
que padecemos los uruguayos, porque son productos de las erróneas políticas que
aplicó en su gobierno. Seguridad, educación y salud, son las áreas más
sensibles y deficitarias de la actualidad, a pesar de contar con recursos como
nunca. Las tres fueron reformadas en el gobierno presidido por él. ¡Un
desastre!
En esta fase de condicionamientos internos, previa al anuncio de la
candidatura, tiene que contentar a las bases y grupos radicales, los verdaderos
poderosos dentro de su partido.
Entonces es natural que se la agarre con los de afuera. Y el dirigente
predilecto para ser blanco de sus ataques es Pedro Bordaberry. Porque, como lo
reconociera hace un tiempo la senadora Constanza Moreira, es el desafiante que
visualizan mejor posicionado para ganarles la contienda.
Vázquez criticó el eventual acuerdo que se pueda alcanzar con el Partido
Nacional en lo departamental. Esa es la mejor muestra de cuánto molesta ese
acuerdo.
Una buena propuesta departamental y con buenas candidaturas, es un peligro
para una izquierda achanchada en el poder capitalino.
Es lógico que Vázquez vaya a la confrontación, al enfrentamiento, nunca
supo hacer otra cosa.
He ahí la vieja política.
(*) Licenciado en Ciencia Política. Representante Nacional
por el Departamento de Montevideo (Vamos Uruguay)
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