Si la frase “como te digo una cosa, te digo
la otra” pudiera patentarse, nadie osaría disputarle el derecho de hacerlo al
presidente José Mujica. El Dr. Tabaré Vázquez, tan distinto de Mujica en tantos
sentidos, no usa esa frase; y por lo que sabemos de él los uruguayos, podríamos
afirmar que no la usará jamás.
Sin
embargo, si del plano de las palabras pasamos al de los hechos, veremos que el
científico Dr. Vázquez también actúa a veces con la versatilidad de “el Pepe”,
sólo que sin admitirlo.
Me
refiero a que el Dr. Vázquez ha firmado para habilitar la convocatoria a un
referéndum contra la ley que despenalizó el aborto realizado en ciertos plazos
y condiciones; y recientemente participó en un acto que tuvo lugar en la
Universidad de Montevideo en contra de dicha ley, iniciando así –de hecho- la
campaña con vistas a la consulta popular a realizarse el 23 de junio, para
saber si hay un número suficiente de ciudadanos (el 25% de los inscriptos en el
padrón electoral) respaldando la iniciativa pro referéndum.
No se
necesita tener la bola de cristal para anunciar que, llegado el momento, el Dr.
Vázquez irá también a votar contra la ley. Si así lo quiere la mayoría, la ley
impugnada quedará sin efecto y los promotores del referéndum invocarán en lo
sucesivo la voluntad de la nación soberana para oponerse a cualquier nuevo
intento de derogación de la figura penal en cuestión.
Pero si la ley resulta confirmada por el voto popular,
¿qué actitud tomarán los que hoy llaman a votar contra ella? Cabría esperar que
actuaran del mismo modo que si el resultado les fuera favorable, es decir,
acatando la voluntad popular y rehusándose a procurar la derogación de la ley
por otro camino que no fuera el de una nueva consulta al soberano. Así como las
dos partes que someten su litigio a un juez deben acatar su sentencia,
cualquiera sea, quienes apelan a la ciudadanía para revocar una ley deberían estar lealmente
dispuestos a acatar el veredicto de las urnas, cualquiera fuere.
Sin embargo, no son así las cosas. Hace aproximadamente
dos años el Dr. Vázquez realizó una de sus esporádicas apariciones en la escena
política en un comité frenteamplista del Prado, y allí sentó las bases
doctrinarias del desconocimiento, por “la fuerza política”, de las dos
consultas populares que refrendaron la Ley de Caducidad. En aquella ocasión
dijo Vázquez, citando al entonces Papa Benedicto XVI, que “las mayorías no
siempre tienen razón”; y a partir de ese discurso se desarrolló el proceso
legislativo que culminó con la mayoría parlamentaria del Frente Amplio
“pasándose dos plebiscitos por las partes”, como lo dijo en insuperable
síntesis Fernández Huidobro.
Por
supuesto que, desde entonces, quienes reclamamos que se respete la voluntad
popular señalamos la monumental engañifa consistente en llamar un día a la
ciudadanía a votar contra la Ley de Caducidad para luego, con el resultado
adverso a la vista, sostener que el pronunciamiento ciudadano no tiene
ningún valor.
Vencidos
los pudores de la primera vez (si es que los hubo…), parece estar gestándose
una nueva aplicación de la doctrina Vázquez, la cual podría resumirse en los
siguientes términos: “si yo gano, gano; pero si pierdo, no vale”.
En
efecto, mientras algunos atacan la despenalización del aborto por la vía del
referéndum, otros declaran que en estos temas la voluntad popular no cuenta y
que se reservan el derecho de acudir ante los órganos del sistema
interamericano de protección de los derechos humanos, para demandarles que
condenen a la ley y la declaren incompatible con los derechos reconocidos por
el Pacto de San José de Costa Rica.
El Dr.
Tabaré Vázquez pelea en los dos frentes de lucha: sostiene la doctrina de que
“las mayorías no siempre tienen razón”, lo que le deja la puerta abierta para
desconocer un resultado adverso, y simultáneamente firma para que haya
referéndum y, a su manera, lo promueve.
Los
hechos son de Vázquez, pero podrían describirse con la frase de Mujica: “como
te digo una cosa, te digo la otra”.
(*)
Abogado. Senador de la República (Vamos Uruguay – Partido Colorado)
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