En los últimos días se difundió el primer informe
generado por el Observatorio de la Educación de la Fundación Propuesta, más
conocida como Fundapro. Los datos divulgados tuvieron un fuerte impacto en los
medios de comunicación, pero apenas fueron comentados por las autoridades
educativas y no parecen haber sido registrados por buena parte del sistema
político, incluido el gobierno.
La razón es fácil de entender. Fundapro es una
fundación ligada al Partido Colorado, más específicamente al sector liderado
por el senador Pedro Bordaberry. Y este hecho es suficiente para que se desaten
todas las formas imaginables de la mezquindad. No importa si la información
presentada es seria, como tampoco importa si puede ser útil para mejorar la
suerte de los miles de estudiantes que cada año abandonan las aulas o fracasan
en ellas. Lo único que importa es no reconocer ningún mérito a un rival.
Para lograr ese propósito, nada mejor que poner a
funcionar la máquina de ignorar. Ciertamente es una pena, porque la información
presentada por Fundapro es valiosa y pertinente. En primer lugar, incluye un
cuidadoso relevamiento que permite medir la magnitud de fenómenos sobre los que
solemos hablar de manera general.
Es bueno saber, por ejemplo, que a principios del
año 2012 unos 12.000 alumnos de primaria y secundaria perdieron días de clase
como consecuencia de problemas edilicios que hubieran debido arreglarse durante
el verano. En algunos casos (como los liceos 62 y 71 de Montevideo, o el liceo
8 de Rivera) se perdieron casi 20 días por este motivo.
También es bueno saber que las movilizaciones
sindicales y el funcionamiento de las Asambleas Técnico Docentes tuvieron
enormes consecuencias sobre el funcionamiento de los liceos montevideanos: las
medidas afectaron el normal desarrollo de las clases durante 23 días en el
correr del año lectivo 2012, afectando a más de 45 mil alumnos de Ciclo Básico
y a 35 mil del segundo ciclo.
Las cifras refuerzan sensaciones y temores
ampliamente difundidos. Por ejemplo, confirman que la situación en Secundaria
es bastante peor que en Primaria (lo que no significa que la escuela esté libre
de problemas) y que los Bachilleratos funcionan peor que el Ciclo Básico.
Pero estas confirmaciones llegan de la mano de
cifras precisas y debidamente desagregadas. Ahora sabemos cuánto le cuestan las
medidas gremiales al país (tanto en términos educativos como económicos) y
también sabemos cuáles son los centros más castigados por la interrupción de
clases (lo que implica un fuerte contraste con la cerrada negativa de las
autoridades a proporcionar información desagregada por establecimiento).
Las cifras presentadas por Fundapro son la clase de
datos que hay que tener sobre la mesa para poder realizar una gestión moderna.
Todas ellas señalan problemas concretos e identifican lugares específicos. Esta
es la clase de enfoque que se echa de menos cuando se escucha hablar a las
actuales autoridades educativas. La intoxicación ideológica que ha afectado (y
todavía afecta) a muchos de los jerarcas que han desfilado en estos años, junto
al miedo cerval a divulgar cualquier información que afecte los intereses
corporativos, hacen que el discurso oficial navegue en un mar de generalidades
o se limite a acumular declaraciones programáticas y expresiones de deseo.
Es hora de cambiar ese estilo.
(*) Docente universitario. Investigador
Fuente: El País
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