La senadora Topoplansky promovió la concurrencia de
profesores a la Asamblea de Ades (sindicato de Montevideo) que logró un quórum
notable (594 asistentes). Esa Asamblea dejó sin efecto el calendario de paros
proyectado por la dirigencia que culminaba en una huelga general por tiempo
indeterminado el día 2 de agosto pasado.
Después de
ese giro, la misma senadora, declaró públicamente, que la ANEP debía
suprimirse; y su iniciativa causó cierto estupor; pero un instituto creado por
ley bien puede ser sustituido mediante otra ley. En la interpelación al
ministro Ricardo Ehrlich del 21/8/2012, blancos y colorados pidieron la
remoción del presidente del Codicen. El interpelante, senador Jorge Larrañaga,
lo pidió "porque es uno de los obstáculos para los cambios".
El colorado
Pedro Bordaberry fue en el mismo sentido y dijo que hay que hacer
"cambios" en el Codicen (apuntando a Seoane).
Ehrlich
aceptó que hay datos "alarmantes" en repetición; y que hay que
"trabajar muy duro en los primeros años de enseñanza media".
Larrañaga
dijo: "Después de votada la interpelación, Seoane anunció un plan de
obras. ¡Qué casualidad! Seis días después de anunciarse la interpelación; así
pretende hacer creer que se cumple el acuerdo educativo. Estamos a mitad del
mandato y el presidente dijo que los cambios en la educación no se los lleva
nadie. ¿Vamos a resignarnos a no hacer nada?", concluyó Larrañaga.
La senadora
Lucía Topolansky dijo: "Hay una cúpula sindical que históricamente ha
trabado las reformas. Pasó con la reforma de Rama y pasó con las bandejas
alimenticias. La actitud de Fenapes es radical contra cualquier cambio".
(Fuente: EL País, 22/8/12).
En un
excelente reportaje publicado en UyPress (26/7/12) Pablo Da Silveira, uno de
los más destacados especialistas en la materia y crítico sutil del gobierno,
dijo: "Acá el ministro de Educación es como el rey: reina pero no
gobierna. Se ocupa de cosas muy raras: del correo, los registros, los fiscales.
Pero en la educación sólo tiene injerencia en dos áreas muy chicas y específicas
que son las guarderías privadas y las universidades privadas. El verdadero
ministro de educación de nuestro país es el Consejo Directivo Central de ANEP.
Es un ministro de cinco cabezas. Si uno mira las atribuciones del Codicen, son
las de un ministro de Educación en cualquier democracia saludable del mundo.
Pero, con una diferencia enormemente importante: los ministros son responsables
ante el Parlamento; pueden ser llamados a sala, interpelados, censurados;
pueden caer si los resultados de su cartera no son satisfactorios. Los miembros
del Codicen, no. Quiere decir que ese Consejo tiene todo el poder del ministro
-uno de los más importantes, porque en una democracia el ministro de Educación
es uno de los más importantes- pero escapa totalmente al control parlamentario
y, en definitiva, es inimputable respecto a los resultados que obtiene. Esto
quiere decir que no hay ningún mecanismo de rendición de cuentas a la sociedad.
Eso es muy malo, porque muchas veces para saber cómo funciona una institución la
pregunta que hay que hacer es a quién deben temerle. Los miembros del Codicen
no tienen que tenerle miedo al Parlamento, porque no puede destituirlos. El
diseño que tenemos hace que tienda a predominar la lógica corporativa sobre la
lógica ciudadana". (Hasta aquí, Da Silveira).
El ex
Presidente Sanguinetti en un brillante apunte publicado en el Correo de los
Viernes (31/8/12), dijo:
"El
problema está claro. Con esta gente administrando la educación, es imposible.
Están en contra de todo cambio. No de hoy, sino de siempre. Nunca ejecutarán de
buena gana proyecto alguno que apunte a lo que necesitamos. Señor Presidente,
poder se puede. Lo hemos demostrado nosotros y también el Dr. Vázquez cuando
llevó adelante su Plan Ceibal, dejando aparte a las autoridades de la
educación, que se le oponían".
Comento:
releo estos antecedentes y quedo perplejo. Pocas veces se da una unanimidad tan
perfecta. Todos coinciden en las culpas de ANEP. Dos testigos contestes son
prueba suficiente y 5 opinantes calificados que por algo coinciden, es una
demolición. Está lograda la unión de los contrarios. Compruebo, una vez más,
que hay una sola opinión y que falta la voluntad de admitirlo. Resulta más
astuto amargar a la gente y afirmar que estamos en un callejón sin salida.
Los
políticos deben cumplir dos funciones: la primera es la docencia, deben
difundir ideas valiosas para guiar a su gente; la segunda función de un hombre
público es alentar el entusiasmo y quebrar el desánimo. Un país acoquinado es
la peor derrota; ese solo desmayo, silencia generaciones enteras.
No se trata
a esta altura de transar o remendar. El camino elegido por el gobierno está
claro y definido y exige raspar hasta el hueso.
Se modificó
la ley de Educación (el mayor error cometido bajo la Presidencia del doctor
Tabaré Vázquez); y se integró el directorio del Instituto Nacional de
Evaluación Educativa como correspondía, suprimiendo por ley la representación
de los profesores, para cuya evaluación (control) trabaja el instituto. Pensar
que los profesores podían controlarse a sí mismos fue fatal.
Ahora
corresponde crear otro sistema institucional. No para atender ante todo los
intereses de los profesores (Constitución, artículos 58 y 59), sino para
atender, ante todo, a los estudiantes.
El
Presidente Mujica dijo: "Tengo que cambiar la política del Codicen".
Pero no. Hay
que cambiar la institución y hacer un consejo diferente, cuya integración sea
ratificada o no, cada año, por el ministro de Educación, de acuerdo a su
valoración de lo actuado.
Esta es la
manera de tener un consejo que dirige la actividad y un ministro responsable de
la gestión porque puede renovar el consejo.
Apunto
hechos que debieron justificar la sustitución de los miembros de la ANEP.
Cuando el
PISA mostró que la mitad de los chiquilines de barrios humildes eran
repetidores o desertores de la enseñanza, la Anep contestó textualmente:
"Ya lo sabíamos". ¡Y no habían hecho nada por detener la caída!
Cuando se
trató en la Cámara de Diputados el presupuesto de la enseñanza, el Poder
Ejecutivo dejó el sueldo de los profesores sin ningún aumento; y ANEP propuso
otorgarle 800 millones de pesos a los profesores, como premio por su fracaso.
Lo que hace
falta es crear la responsabilidad del consejo que manda. El gobierno procura
encarrilar la mala situación de la enseñanza, ligando las remuneraciones a los
resultados. Los hechos indican que ni Fenapes ni ANEP quieren eso: prefieren
los conflictos; ANEP echa leña el fuego: apliquen medidas de fuerza, que
nosotros los respaldamos (y a los estudiantes que quedan en medio de este
forcejeo por plata, que mal rayo los parta).
¿Por qué
tolerar un sistema que es palmariamente contrario al bien público?
La horrible
ANEP logró la unión de los contrarios.
Quienes
dirijan la enseñanza deben ser responsables de lo que suceda con ella. Y esa
responsabilidad debe extenderse al gobierno; es una de las más exquisitas
responsabilidades políticas: de ella depende el futuro de esta república. Dice
bien Topolansky: "La ANEP debe ser suprimida".
Bien dice Da
Silveira:
-"Si uno
mira las atribuciones del Codicen, son las de un ministro de Educación en
cualquier democracia saludable del mundo".
Este es el
momento y todo depende del pulso quirúrgico del Presidente Mujica. Un golpe de
energía da al alma su grandeza.
(*)
Abogado. Escritor. Periodista. Historiador.
Fuente:
El País Digital
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