En un reciente trabajo de personal del Banco Mundial
(a publicarse en 2013), se sostiene que cerca de cincuenta millones de personas
salieron de la pobreza en América Latina entre 2000 y 2010. Esto implica que
actualmente la región posee cantidades equivalentes de personas en la clase
media y en la pobreza, cuando una década
atrás la cantidad de habitantes en situación de pobreza representaba 2,5 veces
a quienes integraban la clase media. Realmente,
importante.
Tradicionalmente
sociólogos y economistas han utilizado conceptos diferentes para definir la
clase media y así los primeros se basan en paradigmas conectados, entre otros,
a los niveles educativos, mientras los economistas se apoyan en los niveles de
ingresos. También está presente una clásica conceptuación sociológica de
“grupos de referencia y de pertenencia”, que permitiría evaluar con más
herramientas situaciones de la realidad que no terminan de conjugar con alguna
de las categorías en juego (hay personas cuyos ingresos equivalen a los de los
sectores medios aunque sus valores de referencia continúan siendo los de la
pobreza, del mismo modo que habitantes con ingresos bajos mantienen y cultivan
referencias de la clase media). Pero el estudio al que aludimos –que será en
breve tiempo el libro “La movilidad económica y el crecimiento de la clase
media en América Latina”- crea,
incorpora al análisis, un concepto que trasciende los habitualmente aplicados y
se posiciona en el factor de seguridad económica como definidor del perfil de
la clase media.
En otras
palabras, la clase media se define en esta visión, por una estabilidad de sus
miembros capaz de soportar perturbaciones que puedan hacerlos caer en la
pobreza o retornar a ella. Actualmente, según el estudio de referencia, un 30%
de la población de América Latina integra la clase media y un 37,5% ha salido
de la pobreza, posee ingresos medios,
pero aún no integra la clase media pues existe probabilidad que sufra
episodios de pobreza en el futuro. Por ello el trabajo llama a este sector
social “vulnerables”.
Una hasta ahora
selectiva, y generalmente mal interpretada herramienta de política social, el
seguro, podría ser el empujón virtuoso que de una vez por todas haga ingresar a
la clase media a millones de personas.
¿Y qué tiene
que ver el seguro con todo este vigoroso fenómeno de abandono de la pobreza y
expansión de la clase media en América Latina?
Como en toda
situación en la que existe un riesgo, la función del seguro es dispersarlo, de
modo que el acaecimiento de un daño repercuta e incida del menor modo en la
integridad del bien agredido. Prevenir el riesgo y eventualmente compensar a
quien sufra un daño, son parte de esa función. La existencia de un riesgo, como
ingresar o retornar a la pobreza, siempre da cuenta de alguien o algo
vulnerable. Y es en esta reflexión y en el marco de los conceptos que emergen
del trabajo de personal del Banco Mundial, que
puede imaginarse una nueva visión estratégica en la configuración y
oferta de seguros. Seguros de protección a la movilidad social.
¿En qué ámbito
social, respecto a qué riesgos, con qué carácter?
Precisamente en
el ámbito de los “vulnerables”, esos sectores de ingresos medios, que merced al
sostenido crecimiento económico han salido de la pobreza, pero que no forman
parte aún de la clase media y –ante determinadas circunstancias, no
necesariamente relacionadas al crecimiento de la macroeconomía- pueden sufrir
eventos que les hagan retornar o les hagan caer en la pobreza. Por catástrofes
climáticas, por agresiones en la familia, por frustraciones en el acceso a los
servicios educativos, de salud, de seguridad, por ausencia o limitación en el
derecho a planificar el retiro, por los efectos de la muerte en la familia y
allegados, por el temor o la ignorancia respecto al ahorro, por la condición de
género o de edad, por las dificultades para consolidar la propiedad en bienes
fundamentales, por la pérdida del trabajo, por la destrucción de un proyecto
empresarial.
A esa gente
debe mirar el seguro. A esos riesgos deben oponérseles productos que
trabajen a favor de la pública felicidad
de los vulnerables, dispersando los riesgos que les acechan.
¿Con qué
carácter?
Con el que
reclaman las grandes definiciones, decisión de Estado, con un nuevo pacto
social que la sustente, que abra puertas a nuevos millones de personas en su
esfuerzo por una vida mejor.
(*) Director de
revista PóLIZA, seguros y finanzas.
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