Ningún presidente le ha hecho
tanto daño a la institución presidencial desde el retorno a la democracia como
el Sr. José Mujica.
Con
su lenguaje soez, su aspecto cuidadosamente desaliñado y sus cada vez más
frecuentes exabruptos, ha logrado que poco a poco se le haya ido perdiendo el
respeto a nuestra primera magistratura. Es grave que esto suceda, pero es más
grave aun que quien debería ser ejemplo de decoro, corrección y sumisión a las
reglas del juego democrático sea ejemplo y modelo de lo contrario.
Cuando
este señor agravia a un líder de la oposición llamándolo “perro faldero”
(Larrañaga) y a otro “pichón de Hereford sin guampas” (Bordaberry); cuando trata
de “nabo” a un periodista que osa preguntarle lo que otros no se atreven (Araujo)
y de “choriza” a otra que jamás pretendió llegar a tanto (Daruech); cuando califica
de “nabos de mierda” a los jóvenes proclives a caer en el bajo fondo del delito
o toma de la solapa a un ex ministro (Aguirrezabala); o, como hace pocas horas, invita a los
legisladores del Partido Nacional a que “controlen a sus esposas a ver en qué
andan en vez de dedicarse a pavadas” (reflejo machista y autoritario más propio
de un troglodita que de un autoproclamado “progresista”), deja en claro que estamos
frente a una persona que no siente el más mínimo respeto por las reglas de la
convivencia civilizada y que, a diferencia de la mayoría de sus antecesores, no
representa el sentir, ni la forma de ser de los uruguayos.
Por
desgracia, hay quienes festejan estas salidas de tono e incluso las justifican.
Una suerte de “Armada Brancaleone”, conformada por intelectuales desnorteados, burócratas
de oficina, compañeros de ruta y aplaudidores profesionales debidamente
inventariados, pretende hacernos creer que hablar y comportarse de ese modo está
bien, que es lo políticamente correcto. Como si se tratara de un canon que
todos debiéramos seguir. Como si el Pepe, con su decir cantinflesco y su manera
rocambolesca de manejarse, fuera el espejo en el que quisiéramos vernos. Ese puede
ser el objetivo de algunos, pero no es ciertamente el de todos.
El
grueso de quienes habitamos esta tierra, no somos así. Nos resistimos a adoptar
la ordinariez como bandera y a permitir, mansamente, que se nos imponga la
cultura del resentimiento, la grosería y la chabacanería. El presidente y su
claque deben entender que este no es el camino correcto, del mismo modo que aprendieron no
hace tanto que el camino de las armas no conduce a otra cosa más que a la desunión
de los uruguayos.
Digámosles
a nuestros hijos que ese señor no es modelo de nada bueno, y que aun faltándole
el respeto a su investidura como lo viene haciendo un día sí y otro también, le
debemos respeto. Que los hombres pasan y las instituciones quedan, y que nadie,
absolutamente nadie, está por encima de la ley. Que el otro puede ser
eventualmente nuestro adversario, pero jamás nuestro enemigo. Que en política,
como en cualquier otro ámbito de la vida, hay límites. Y que el honor y la dignidad
de las personas, son sagrados.
Seamos
nosotros quienes salvemos a ese Uruguay que supimos construir y que no queremos dejar de ser. Ese que la ordinariez y la tilinguería se quieren llevar puesto.
2 comentarios:
Excelente Gustavo. No tiene peros ni retoques este artículo. Representa el sentir de los que ya no aguantamos las humillaciones y la verguenza a que nos somete este Sr. que ocupa la presidencia. Aún asi está claro que debemos preservar el honor del cargo que ocupa.
Gustavo, muy atinado tu comentario. Lo peor de todo esto, es que se instale en el país esa manera tal mal educada de referirse a las personas cuando no nos guste lo que dicen o discrepen con nuestra opiniones, lo digo para todos los ámbitos en los que nos movemos los uruguayos. No solo se desprestigia la institucionalidad presidencial, sino que la figura del mismo presidente como persona. No creamos que es un "viejo bruto" ni mucho menos, lo hace para hacerse mas populista, podrá ser muy chacrero, muy florista, le gustará la vida sencilla, la paz del campo, etc, etc, pero de ahi que sea un ignorante está lejos, poco habrá aprendido con estos años que lleva de Presidente?? no lo creo, pero en fin, de burro no tiene nada, ni las orejas.
Como en nuestro país solemos copiar lo que hacen los demás, no va a faltar gente que copie esa forma de expresarse cuando lo les gusta lo que dice el otro y queda implementado en nuestro vocabulario corriente. Tenemos que cada vez que nuestro Presidente salga con "un domingo 7" hacerlo notar publicamente, que como todo, el mundo entero se entera, a treves de las redes, y demostrar que no todos los uruguayos estamos de acuerdo con esa forma de expresarse y responderle al concuidadano.
Publicar un comentario