En la semana que concluye, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley de matrimonio igualitario por una amplísima mayoría, integrada con votos de todos los partidos políticos.
El Senado, por su parte, aprobó de la
misma manera el proyecto de ley por el cual se habilita la creación de un
puerto de aguas profundas en determinado sector de la costa del departamento de
Rocha, y sancionó asimismo –otra vez, con los votos de todos los partidos
políticos representados en esa cámara legislativa- algunas modificaciones al
Código de la Niñez y de la Adolescencia que endurecen el trato procesal y las
sanciones a imponer a los menores de entre 15 y 18 años que cometan
infracciones gravísimas (homicidios especial y muy especialmente agravados,
rapiñas, copamientos, etc.).
Estos tres ejemplos, tomados de la
actividad legislativa de los últimos días, bastan para desnudar la falsedad de
esa imagen que pretenden dibujar el gobierno y el Frente Amplio, según la cual
una oposición desmelenada y feroz se opone a todo, traba de mil maneras la
acción lúcida y eficaz del Poder Ejecutivo, y deteriora el clima político con
su agresividad sin fundamento.
Lo cierto es que la oposición procura
cumplir con su principal cometido, que en una democracia no es otro que el de
controlar la acción del gobierno, sin dejar por ello de apoyar las iniciativas
que considera positivas para el país. Y conste que apoyar no quiere decir,
solamente, votar; apoyar significa también trabajar en las Comisiones del
Parlamento para mejorar los proyectos de ley que remite el gobierno y que a
menudo dejan mucho que desear, tanto desde el punto de vista técnico propio de
la materia de que se trate, como por lo atinente al simple uso del idioma
castellano.
Pero la oposición no impide, ni podría
hacerlo aunque quisiera, que la mayoritaria bancada de
gobierno fije la agenda y marque los tiempos del Parlamento, sancionando cuando
quiera los proyectos que quiera sancionar. Lo que ocurre es que suele no estar
claro cuáles son los proyectos que realmente quiere sancionar el Frente Amplio.
Así pasó con las modificaciones al Código de la Niñez y de la Adolescencia. El
Poder Ejecutivo remitió el proyecto al Parlamento en junio; se votó recién en
diciembre, en la primera cámara, porque en la bancada del Frente no había
acuerdo al respecto.
¿Tiene
la culpa la oposición, de la farsa grotesca que fue el remate de los aviones de
Pluna y los frangollos cometidos antes y después del episodio por las
luminarias del equipo económico, que ya ni siquiera están de acuerdo entre
ellas cuando tienen que explicarle a un juez penal lo que pasó?
¿Tiene la culpa la oposición de que los
legisladores del MPP emitan un día declaraciones sobre cuestiones
internacionales que obligan hasta al “canciller militante” a desmarcarse de
ellos? ¿O de que otro día esos mismos legisladores agiten la bandera
apolillada de la reforma agraria, de manera que hace que el ministro Aguerre
deba admitir que “el Frente Amplio tiene un escaso conocimiento de la
agropecuaria”?
¿Tiene la culpa la oposición de que el
“shock edilicio” que el Codicen de la Anep había anunciado a principios de año
para mejorar los locales escolares y liceales, no se haya concretado cuando el
año termina…?
La oposición tampoco tiene un brazo
sindical que la secunde y que movilice a los trabajadores para oponerse a la
política oficial. Si Richard Read y la FOEB salieron a defender con dureza el
acuerdo alcanzado con la patronal de su sector, no fue por instigación de Pedro
Bordaberry, ni de Jorge Larrañaga.
Y en cuanto al clima político y el
relacionamiento entre los partidos, ¡por favor! En los últimos días el
presidente Mujica ha batido todos los records en materia de agravios a los
dirigentes de la oposición y al género femenino.
(Hay que reconocer, eso sí, que el
relacionamiento con la Iglesia Católica nunca ha sido tan bueno desde la
separación de Estado e Iglesia a principios del siglo XX: Tabaré Vázquez cita a
Benedicto XVI para sostener que “las mayorías no siempre tienen razón”, y José
Mujica encarga misas para que mejoren los enfermos. ¡Esa es la “izquierda” en
el Uruguay!)
No; los problemas del gobierno y del
Frente Amplio no son generados por la oposición, sino de fabricación propia.
Agradeceríamos
que lo asumieran de una buena vez, y dejaran de quejarse.
(*) Abogado. Senador de la República
(Vamos Uruguay – Partido Colorado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario