Por Reinaldo Perdomo
Reinaldo Perdomo |
Parece que por fin los principales dirigentes políticos de todos los partidos, llegarían a un acuerdo para realizar una Reforma de la Enseñanza, pero mis dudas tengo que hagan una verdadera Reforma de la Educación.
Claramente no se trata de lo mismo. Ambas son imprescindibles en nuestro País y ahora. Claro está que hay mejorar mucho la enseñanza, en cuanto trasmisión de conocimientos. La situación actual es calamitosa en todos los niveles, desde primaria, pasando por secundaria y llegando a la terciaria. Se ha buscado masificar la educación bajo el falso concepto de que todos los educandos son iguales, olvidando que la propia Constitución establece que las personas se diferencian por sus “virtudes y sus talentos”. Así es lo mismo el que se esfuerza y estudia que el que logra la promoción por “pobrecito”. Es lo mismo el que tiene buenas capacidades que el que no las tiene. Hay hoy experiencias en liceos en las que en una misma clase hay alumnos con buenas capacidades, y educandos con capacidades diferentes (sordomudos, dawns, disléxicos, etc.). ¿Usted se imagina cómo debe hacer un Profesor de cualquier asignatura, para enseñar en una clase así? Y no es que estos últimos no tengan derecho recibir enseñanza, pero debe ser adaptada a sus posibilidades cognitivas, como se hace en primaria. Luego, todo se empareja con una promoción en la que no se tiene en cuenta el nivel de aprendizaje, ni el comportamiento, ni las inasistencias, ni nada. ¡Todos promovidos!
En lo que se refiere a la Educación, en cuanto formación integral del educando, la cosa es aún peor. Lo anterior contribuye fuertemente en el interés del alumno, ya que pronto descubren que “es lo mismo la Biblia que el calefón”, que el buen comportamiento no se premia, que la falta de estudio y de respeto a los que lo rodean, no lo le impiden seguir pasando de grado. Que es lo mismo ser malo que bueno, que hay que gritar por los derechos sin tener que cumplir con los deberes correlativos, que es lo mismo lo mío que lo ajeno. Hoy se han perdido los valores, todos lo decimos, pero tampoco se educa para ello a los jóvenes. No lo hacen los padres, no lo hace la educación formal, la sociedad lo tolera o lo aguanta, y las autoridades a cargo de la misma, no se atreven a poner el dedo en la llaga. Todo ello a pesar de que también la Constitución dice, que la educación atenderá fundamentalmente a la “formación moral y cívica del educando”.
De nada o de muy poco servirá atender la enseñanza, sino se atiende a la educación. Podrán modificar las estructuras políticas, los planes, los edificios, etc., pero seguiremos produciendo “NINIs”, ni estudian ni trabajan, y luego andan por la vida como fantasmas o haciendo daño a la sociedad. Y después nos quejamos que rayan las paredes, rompen vidrios, destruyen monumentos o simplemente hieren o matan para conseguir dinero.
Para finalizar, creo que hay que declararle la “guerra a la droga”. ¡Si, así con toda la crudeza con que lo escribo! Partiendo desde arriba, pasando por el medio y sin descuidar lo de abajo. Esto es una lacra social, que hay que eliminarla cueste lo que cueste y duela a quien le duela. No nos hagamos los tontos y miremos para el otro lado. Arriba y en el medio, si son extranjeros desterrarlos de inmediato, sin son uruguayos, encerrarlos con duras penas no “disminuibles” por ningún concepto, y controlarlos estrictamente para que no sigan cometiendo el mismo delito desde la cárcel. En cuanto a lo de abajo, las llamadas “bocas” de expendio, todos los ciudadanos de bien, que son la mayoría, deben denunciarlas, con orgullo y sin temores.
A los jóvenes que ya han caído en la drogadicción y por lo tanto están enfermos, hay que tratarlos en centros especializados, aún contra su voluntad. Se trata de salvarlos, ya que sólo les espera la cárcel o la muerte.
Todas estas cosas nos llevarán a la REFORMA DE LA EDUCACIÓN. Yo diría, que a la “reforma de la sociedad”, que todos integramos y de cuya salud social somos todos responsables.
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