Dr. Daniel Bianchi |
Hace algunos días, la sociedad uruguaya se sacudió e indignó al enterarse del proceder de las autoridades del Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay (INAU), cuando, en Canelones, el organismo apartó a una niña de su "familia sustituta" dieciséis meses después de haberla entregado.
Mía, tal el nombre de la niña, había llegado al seno de ese hogar el 20 de octubre de 2010, cuando contaba tan sólo con 15 días de vida, con un estado de salud muy delicado, desde que su madre biológica la había abandonado en el Hospital de la ciudad de Las Piedras.
Ya al cumplir los seis meses de edad, la “madre sustituta” se comunicó con las autoridades del organismo manifestándoles que quería retener a Mía definitivamente, como integrante de su familia.
Pero las autoridades rechazaron la solicitud.
Sosteniendo dicha decisión, el director del INAU, Dardo Rodríguez, explicó que los niños que se encuentran en la órbita del organismo tienen dos opciones: quedar bajo el cuidado de un Hogar propio del mismo -con todo lo que ello significa- o quedar bajo la atención de una familia cuidadora (sustituta). No obstante, en este último caso se advierte con la debida antelación y la suficiente claridad, que el cuidado es transitorio y que la institución es la poseedora de la tenencia del niño. Además, a efectos de evitar la “desnaturalización del proceso” (sic) las cuidadoras no pueden estar inscriptas en el registro de aspirantes a adopción, pues para ello “deben dejar de serlo”.
En el segundo de los procedimientos, llegado el impostergable momento de la separación, el INAU brinda, tanto al niño que se aleja como a la familia que lo ve alejarse, el apoyo adecuado para sobrellevar la situación. A pesar de ese respaldo, empero, se trata de un proceso triste y traumático, porque generalmente el lapso que los niños comparten con sus padres sustitutos, de los que luego serán aislados, supera el año y medio -el tiempo promedio que insumen los trámites de adopción- período durante el cual se genera un fuerte vínculo sentimental y afectivo.
En el caso que nos ocupa, llegada la fecha del alejamiento de la pequeña, hace pocos días, la familia sustituta se negó a entregarla, y como consecuencia de ello, el personal del INAU debió hacerse presente para efectuar la intimación correspondiente para entregar a la pequeña a su nueva familia, la adoptiva.
Contrariamente a lo señalado por distintos actores sociales y políticos, no existen plazos para que los niños permanezcan con sus familias sustitutas. Habitualmente, los jueces procuran que vuelvan al seno de su familia biológica, ya sea que se trate de sus padres, abuelos, tíos, un familiar cercano o un allegado a la familia. La entrega de los pequeños a las familias adoptivas, luego del paso por un Hogar del INAU o de un hogar sustituto, tiene lugar únicamente cuando ya no hay alternativas.
Así planteadas las cosas, durante el año 2011, legisladores de todos los partidos políticos conformaron un grupo de trabajo que durante meses analizó la problemática para modificar la actual normativa sobre adopción.
Entre otros puntos, un anteproyecto ya redactado establece un plazo perentorio de 45 días para que los jueces entreguen a los menores de hasta tres años a las familias adoptivas, mientras que para el caso de niños mayores de esa edad, se estableció un plazo no mayor a los 90 días.
Además, el texto -conforme al Código de la Niñez y la Adolescencia- contempla situaciones en las que se pueda reconocer como potenciales adoptantes legítimos a personas no incluidas en la lista de adoptantes del INAU.
Hace ya algún tiempo que la iniciativa cuenta con el apoyo de las bancadas de los partidos Colorado y Nacional, pero la del Frente Amplio aún no la ha discutido, aunque se espera su respaldo.
El INAU pretende que “el sistema de madres sustitutas desaparezca”, para lo cual el pasado mes de noviembre lanzó oficialmente el Plan “Familia Amiga”, que apunta a que niños y adolescentes sin familias sean derivados a un hogar y, en cambio, esas familias seleccionadas los alberguen en sus casas durante un tiempo, y colaboren pagándoles una cuota de colegio, del club social o de la mutualista, o lo cuiden con ayuda económica del organismo.
No obstante, éste admitió que debido al número elevado de madres sustitutas y de niños, este servicio no puede eliminarse en forma inmediata.
En la actualidad, seis madres sustitutas mantienen querellas judiciales con el INAU, cinco de las cuales -a pesar de lo expresado más arriba- iniciaron los trámites de tenencia.
De un tiempo a esta parte, las autoridades del INAU vienen cometiendo serios errores de funcionamiento y procedimiento pero, además, ahora cometen errores de juicio. Es imperioso que modifiquen rápidamente sus conductas en diversos temas, entre ellos los criterios de adopción.
Eliminar a las “madres sustitutas”, sin presentar alternativas concretas y rápidas para la adopción, no parece juicioso, menos aún cuando se trata de un tema para afrontar el cual la sensibilidad, la humanidad y el sentido común, son cualidades fundamentales que deben primar.
El tiempo y los documentos no tienen corazón, pero los niños sí lo tienen.
Un detalle que no debería olvidarse tan fácilmente.
(*) Médico. Diputado por el departamento de Colonia (Partido Colorado)
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