Esta semana hemos
asistido a un nuevo capítulo de la crisis de la enseñanza y lo peor es que ya
no nos sorprende.
Las autoridades del Codicen decidieron dejar sin efecto
las vacaciones de setiembre y aprovechar esos días para recuperar algo de las
clases perdidas por los paros docentes. Hasta ahí, y más allá de la injusticia
con los niños, jóvenes y docentes que si dieron clase, está bien. Es más,
podríamos decir que por fin se toma una medida más o menos coherente para, por
lo menos, intentar recuperar algo del tiempo perdido.
Pero, siempre hay un pero, voceros del sindicato de
profesores adelantaron que no aceptan esta decisión y que no darán clase esos
días.
Esto es una vergüenza. Es lamentable por el lado en que
se mire.
En Uruguay, el período de clases lo estipula la ANEP de
acuerdo a lo que establece la ley, no obstante, para las autoridades de la
enseñanza, esto depende “de la voluntad de los docentes”. O sea, el CODICEN
reconoce estar pintado y los niños y jóvenes seguirán perdiendo la posibilidad
de ser educados por decisiones gremiales tomadas por una minoría radicalizada.
Es una tomadura de pelo a los estudiantes. Es más, es
verdaderamente asqueante.
Aunque nada nos puede sorprender de un gremio cuyos
dirigentes, como lo vimos en la televisión, entienden que un docente cuando
hace huelga, está educando.
Acá lo que hay es un problema de autoridad, que es lo que
le falta a este gobierno.
No tiene autoridad con los empleados públicos, a los
cuales un día sí y otro también el presidente Mujica destrata. Es más, ahora
mismo, COFE le está reclamando disculpas públicas por uno de sus tantos dichos.
No tiene autoridad con los docentes que hacen lo que les
parece desde los puestos de dirección en los organismos de la enseñanza que les
dio el ex presidente Vázquez. Y esta falta de autoridad la tiene también el
Codicen que llega al punto de que los gremialistas desafían públicamente sus
decisiones y hacen lo que les parece.
Triste y lamentable.
Patético.
Todo esto No parece estar a la altura de “un país de
primera” como le gustaba decir al Frente Amplio durante la campaña electoral
pasada.
En esta historia de caos y falta de autoridad nos
encontramos en los últimos días con que el Consejo de Secundaria propone
cambios en los programas del Ciclo Básico. Y de inmediato el sindicato salió a
decir que no lo aceptaba porque una reforma no se hace así.
Claro, una reforma no se hace de la noche a la mañana,
pero la reforma de la ley de Educación hecha por el Frente Amplio, y que le dio
el poder de decisión a los gremios, le está saliendo muy cara al país. Cara
porque está hundiendo a la educación pública en el caos, el descrédito y la
falta de autoridad.
A nosotros como batllistas nos duele todo eso. Nos duele
porque fue José Batlle y Ordoñez quién dio un impulso fabuloso a la enseñanza
pública en el país, con los liceos departamentales, por poner un ejemplo. Y hoy
vemos que el esfuerzo de décadas de muchos uruguayos, por contar con una
educación de calidad, se cae a pedazos. Menuda tarea tendrá el próximo gobierno
—porque este ya bajó los brazos en este tema-, para recuperar la educación,
para levantar la autoestima de docentes, estudiantes y padres y para darle al
Uruguay el sistema educativo que merece tener.
Los batllistas estamos listos para hacerlo. Para eso, el
Uruguay debe decidirse por cambiar.
(*)
Abogado. Senador de la República
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