Jorge Gandini
eligió como nombre para su movimiento departamental, "Montevideo Se
Puede", la mejor adaptación posible del mantra que popularizó Barak Obama
en su primera campaña presidencial, "Yes, We Can". Yo creo que Gandini
tiene razón: Montevideo se puede limpiar, se puede ordenar, se puede pacificar,
se puede gobernar mejor. Es el Frente Amplio el que no puede. ¿Ana Olivera
tiene la culpa? No, pobre señora, ella iba a ser ministra de desarrollo social,
como se encargó de ratificarlo en un reportaje reciente. Pero el reparto en la
interna frenteamplista la condenó a ser intendenta (le tocaba a los bolches) y
así fue proclamada, como electrodoméstico oficial, el 10 de febrero de 2010,
tres meses antes (léase bien: tres meses antes) de las elecciones
departamentales de aquel año. La lógica corporativa es que las personas son lo
de menos; lo importante es "la fuerza política", que tiene un
programa solidario y participativo cuya sola ejecución garantiza acabar con la
pobreza, la injusticia y la maldad, y una inagotable cantera de cuadros
técnicos y políticos altamente calificados, capaz de asegurar la continuidad
del proyecto compañero que se viene edificando desde que el Frente se hizo
cargo del gobierno de Montevideo en 1990. Cuánto desparpajo, cuánta frivolidad,
cuánta impunidad. Pero se acabó la fiesta.
LAS PRUEBAS DE LA INFAMIA
Los programas de gobierno son, en general, un rosario de
buenas intenciones, con cuentas talladas por distintas manos, bien o mal
engarzadas. El programa departamental para Montevideo 2010-2015 del Frente
Amplio es, además, fatuo, pretencioso, lleno de lugares comunes y de fórmulas
políticamente correctas, y remite permanentemente a los programas de los
períodos anteriores, para reforzar la ilusión milenarista. El problema de
ganar, es que queda en evidencia el contraste entre el programa y la obra de
gobierno, y la realidad es mucho más terca que el más terco de los
propagandistas. ¿Dónde se puede encontrar una evaluación más o menos ecuánime
de la gestión frenteamplista en Montevideo? ¿Se pueden objetivar los resultados
de una gestión política, más allá de los votos? Por lo pronto, están las
fuentes de la propia Intendencia: la Rendición de Cuentas y Balance de
Ejecución Presupuestal que presenta cada año el ejecutivo departamental,
incluyendo más recientemente los "compromisos de gestión" de las
distintas reparticiones -que no son otra cosa que tristes planes operativos
anuales, que cualquier oficina por modesta que sea debe darse, pero que en la
intendencia frenteamplista dan lugar a beneficios adicionales. Sobre la
Rendición, vale la pena leer el completo y riguroso informe en minoría
presentado por el edil Mario Barbato en nombre de la bancada del Partido
Colorado (se puede encontrar en http://www.juntamvd.gub.uy/es/archivos/actas/1057-je02092013.pdf).
De los compromisos de gestión y su cumplimiento, basta leer la versión original
de la propia IM (http://www.montevideo.gub.uy/institucional/transparencia/recursos-humanos/compromisos-de-gestion).
Entre ambos, son algunos cientos de fojas, y presentar
ejemplos sueltos siempre es sospechado de mala intención, así que elijan l@s
amables lector@s: o las revisan toditas como hice yo, o me creen cuando digo
que dan vergüenza ajena. ¿Qué otra fuente podemos consultar? Siendo las
anteriores las versiones gubernamentales, en la otra punta de la madeja
podríamos considerar a las encuestas de opinión pública, la última de las
cuales salió en agosto y es de la empresa CIFRA (Luis Eduardo -El Sordo-
González), y revela que la gestión de Ana Olivera registra apenas un 30% de aprobación,
el guarismo más bajo de los últimos 25 años. Lo que configura una flagrante
injusticia con la señora, que es apenas la cara visible de la etapa terminal de
la fosilización frenteamplista. No es Olivera la incompetente, o no es solo
ella: es el Frente el que no puede más. Es el Frente el que puso a Gerardo Urse
como director de Movilidad Urbana a cargo del corredor Garzón, y después de
echarlo porque hizo todo mal, lo nombró director de Servicio Logístico
Ferroviario, que maneja las cargas de AFE (¿acomodo, amiguismo, corrupción,
dijo?). Es el Frente el que puso al resto del "equipo de gobierno" de
Montevideo (jefes de Departamentos, Divisiones y Servicios), de los cuales la
mitad no tiene créditos terciarios de ninguna especie (entiéndase bien: en sus
antecedentes académicos no hay evidencia de secundaria completa); y el 75% no
tiene experiencia gerencial en ningún área (entiéndase mejor: en sus
antecedentes profesionales no registran supervisión de personal ni
responsabilidad sobre presupuestos o gastos, ni de administrar un kiosco); esos
son los jerarcas frenteamplistas que dirigen a 8.700 funcionarios y ejecutan
700 millones de dólares por año. Desparpajo, frivolidad, impunidad. Pero está
dicho, se acabó la fiesta.
ESTAMOS EN CAMPAÑA
El Frente no puede cambiar Montevideo, por eso hay que
cambiar al Frente. Y hay que hacerlo con urgencia, para detener el deterioro
físico y humano de La Ciudad, que ya compromete a un par de generaciones. Para
responder a esa urgente necesidad, colorados y blancos nos empeñamos en el
histórico Acuerdo, que ya no tiene marcha atrás. El Acuerdo es la herramienta
política hábil para devolverle a los montevideanos la libertad de elegir y
acabar con el monopolio frenteamplista que cumplirá 25 años. Faltan 19 meses
para las próximas elecciones departamentales; en el medio hay un verano, las
elecciones internas, la primera vuelta de las nacionales, el balotaje, y otro
verano. Sin embargo, el tiempo es corto, porque la tarea es gigantesca. Véase:
(i) tenemos que completar las formalidades del Acuerdo hasta registrar el nuevo
lema en la Corte Electoral; (ii) colorados y blancos, cada cual por su lado,
tenemos que formular nuestros respectivos programas de gobierno, tarea vasta si
aspiramos a elevarnos por encima de la basura política habitual, en la que hay
que implicar a una legión de técnicos, líderes de opinión y ciudadanos de a
pie; (iii) una vez cada cual tenga los papelitos claros, colorados y blancos,
en conjunto, tenemos que extender y profundizar el programa común, que deberá
funcionar como un sólido cimiento para la acción de gobierno común, que no
admitirá fisuras; (iv) tenemos que convencer e involucrar cuanto más
tempranamente mejor a quienes deberán ocupar los ciento y pico de cargos
políticos que conforman la primera línea del equipo de gobierno departamental;
(vi) conforme avanzamos con el programa y el equipo, tenemos que revisar todo
lo que se está haciendo en la Intendencia para reprogramar, reformular,
modificar y desarrollar proyectos concretos y viabilizados en grado de detalle
que nos permita tomar decisiones al otro día de hacernos cargo; no podemos
llegar a la Intendencia a talentear, o a estudiar, o a improvisar, sino a
gobernar desde el día uno; (v) en el medio,
tenemos que despejar el temita de las candidaturas, cuestión menor pero
inevitable; y en todo tiempo y lugar, (vi) tenemos que recorrer los barrios,
tenemos que armar reuniones desde familiares hasta multitudinarias, tenemos que
aparecer en la prensa, tenemos que recaudar fondos, tenemos que concebir y
ejecutar una campaña mediática, tenemos, en fin, que juntar votos.
SE ACABÓ LA FIESTA
El Acuerdo instaló el riesgo de la victoria; ahora
"peligramos ganar". No vamos a la elección de 2015 a cumplir con un
rito de sonámbulos; no vamos solo a dejar testimonio de nuestras convicciones;
no vamos apenas a capear el temporal esperando que algún día aclare;
ciertamente, no vamos los colorados a juntar algunos votos para que ganen los
blancos, ni viceversa. Vamos a dar recia batalla electoral, para adentro con los
blancos y para afuera con el Frente, en la cabeza y en el corazón de los
montevideanos, para ganar primero y para gobernar después. En eso estamos, con
un enorme sentido de urgencia y de responsabilidad, pero también con una enorme
confianza en nuestra razón y en nuestras fuerzas.
(*)
Abogado. Ex Diputado
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