Terminó
uno de los eneros más calientes de los últimos años, y no precisamente por el clima (los termómetros de las calles estuvieron a punto de explotar), sino
por la zigzagueante y calamitosa marcha del gobierno.
Desde tiempos inmemoriales, enero es el mes en el que la mayoría de los uruguayos toman sus cacharpas y se van de vacaciones,
dejando atrás los problemas que suelen preocuparlos los otros once meses del año.
Durante esas cuatro semanas, los que nos quedamos, encontramos que las avenidas
son más anchas de lo que creíamos y nos sorprendemos con que es posible caminar
por el centro de Montevideo sin pecharnos
con otros semejantes. Módicas ventajas de nadar a contramano.
Ya sabemos dónde están esos miles de compatriotas
que no vemos en 18 de Julio o en los Shoppings: ¡en el Este! Amontonados debajo
de sombrillas multicolores; alimentando mosquitos (dícese de los aviones de la
Luftwaffe camuflados de insectos que bombardean sus sueños); y, como ya es
costumbre, dejándose robar por las inmobiliarias, supermercados y restaurantes, y por los cacos, infaltables compañeros de ruta que hacen durante la temporada
su mejor zafra (algunos de vez en cuando hacen una breve visita a las
comisarias, pero vuelven rápidamente a las calles; el “trabajo” es mucho, y no
está bien hacer esperar a la clientela, ¿no les parece?).
Siguiendo esa costumbre -la de
vacacionar en enero, claro está-, nuestros gobernantes se hicieron humo, no sin antes dejar al frente de sus despachos a
sus suplentes. Desde hace tiempo una pregunta ronda mi
cabecita opositora: ¿qué gobierno se da el lujo de tener en el banco de recambio
a un seleccionado tan poco calificado como el que juega de titular? Salvo el
nuestro, creo que ningún otro. Bueno, quizás el argentino. Pero ahí las
condiciones que deben cumplir quienes aspiran a desempeñarse
como mandarines del régimen son otras. ¿Cómo decirlo? Mmmm, más pedestres,
¿vio?
Volviendo al tema, y como no podía ser
de otra manera, el primero en dar la nota fue el presidente de la República,
que aun en vacaciones se las arregla para estar todo el tiempo en los medios de comunicación, precisamente esos que quiere
“democratizar” (¿será que no le alcanza con los muy “democratizados” La República, Caras
& Caretas, Brecha, M24, Subrayado, Monte Carlo, Am Libre, etc.?).
Durante este largo y asfixiante mes, se
hizo tiempo para opinar sobre el
gobierno argentino y la coyuntura económica internacional, viajar a Venezuela
para participar de un acto partidario en favor de Chávez, y luego a Chile, donde despotricó
contra el “Patrón del Norte” (al que ahora dice que quiere visitar antes de
mediados de año, y, de paso, aconsejar sobre la lucha que lleva a cabo contra
el narcotráfico). ¡Insólito!
También se las arregló para hablar con
esa profundidad que lo caracteriza sobre las drogas, la pobreza,
las telas de araña de los rincones de su casa, la homosexualidad, las esposas
de los blancos, su perra Manuela, su pasado guerrillero, su tractor,
y el contacto con la naturaleza. Como a Terencio, nada de lo humano le es ajeno...
Además, se dio el lujo de recibir al
presidente de México y hacerle un pequeño show con desparramo de copas incluido,
designar a un senador y precandidato presidencial del Partido Nacional como
“líder de la oposición” (lo cual es un oxímoron que alguien debería tratar con
su analista cuanto antes), y comerse un churrasco en “Lo de Pepe”, frente a la oportuna cámara de un fotógrafo aficionado (¡ja!).
Eso sí, en un ratito libre, y para que
nadie se hiciera falsas expectativas, descartó que durante este año vaya a
impulsar “cambios de carácter fundamental”. ¡Viva el statu quo! A los pobres Guerrero y Cánepa les
duelen las piernas de tanto bicicletear. La orden no es avanzar, sino mantener
el equilibrio. Intentaron explicárselo a Lorier, pero el pobre no comprendió ni
medio. Quizás si se lo dicen en ruso, pueda llegar a entenderlo.
Paralelamente trascendieron algunas
cifras que parecen no alarmarlo: cayó el número de turistas que ingresó al
país, aumentó la inflación, creció el déficit fiscal y se disparó la tasa de
homicidios. Nimiedades.
Para peor, descubrimos que la créme de
la créme del oficialismo no tiene como “principal preocupación” gobernar bien
(cosa que no hacen) sino “volver a ganar”; y que un ministro titular (Salud) y una
intendente suplente (de Montevideo) no cumplirían con el papeleo requerido para ocupar esos
cargos, y el presidente –cual Jiménez de Aréchaga- proclama que hay más de una
biblioteca sobre el punto. Paradójico: antes querían nacionalizar la banca,
ahora se conforman con nacionalizar a Venegas y a la vice de Olivera.
Demasiado para un mes en el que tradicionalmente
no pasa nada, ¿verdad?
Por suerte, febrero es más corto, y
probablemente más fresco. Al menos eso dice Vázquez Melo.
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