En su edición del pasado jueves 3 de octubre, el semanario
"Búsqueda" publicó una entrevista al director de Cultura de la
Intendencia de Montevideo, Héctor Guido, quien llegó al cargo en 2010 tras una
destacadísima carrera como hombre de teatro. La nota ofrece varias claves para
acercarse al estado actual del gobierno departamental y, a su través, de la
propia Ciudad. En los términos más generales, ratifica lo que se me ocurre
llamar el "sentimiento de inimputabilidad", o impunidad, irresponsabilidad,
ajenidad, yo no fui, que abunda entre los jerarcas frenteamplistas; así en el
diseño, ejecución y resultados de las políticas públicas, como en su dimensión
económico-financiera-fiscal y su correlato presupuestario. El asunto, pues, no
es solo con Guido: es con la coalición en el poder de la que Guido es un
calificado reflejo.
Van comentarios.
Yo no fui
Preguntado sobre sus materias
pendientes después de tres años de gestión, Guido contesta: "Que todo lo
hecho sirva para generar un gran cambio cultural, que lo necesitamos como
ciudad y como país (...) para recuperar valores y detener el proceso de
crispación de la sociedad". Tanta razón le asiste al Director, que no
encuentro mejores palabras para decirlo: efectivamente, necesitamos un gran
cambio cultural, para recuperar valores y detener el proceso de crispación de
la sociedad. Necesitamos cambiar los paradigmas culturales y el sistema de
valores que se imponen y avanzan con prepotencia de patota sobre la ciudad y
sobre el país, para recuperar aquellos que nos distinguían entre las naciones
civilizadas. Un pensamiento profundamente reaccionario al que adhiero con la
misma convicción que Guido. La feroz paradoja es que los tales paradigmas
culturales y sistema de valores que hay que cambiar, son los que prohijó, con
rigurosa inspiración gramsciana, el Frente Amplio en su camino hacia el poder,
y los que cultiva y financia hace casi 25 años desde la Intendencia de
Montevideo y hace casi 10 años desde el gobierno nacional. En cambio, las
pautas culturales y el sistema de valores que Guido extraña son los
radicalmente burgueses, liberales, reformistas y progresistas bajo los que
crecimos y nos educamos Guido y quien esto escribe. Pero Guido y otros
dirigentes frenteamplistas fingen demencia, ponen cara de yo no fui, se
desentienden de su creatura cultural y valórica y ahora la quieren cambiar. Yo,
por mayor seguridad, quiero ganarle al F.A., para que deje de emitir incultura
y desvalores desde el gobierno, que en Uruguay sigue siendo la mayor parte del
poder.
50 millones de
dólares
En la entrevista de Búsqueda,
se establece que "Guido dirige un departamento que tiene 1.200
funcionarios y que en el 2013 manejó un presupuesto de $256.117.543
(aproximadamente U$S 12.000.000) para el funcionamiento de todas las
unidades". Esta información, así dicha, siendo cierta, es mentirosa y mal
intencionada: se refiere exclusivamente al renglón "gastos de
funcionamiento", como en rigor dice el texto de Búsqueda, matiz que el
lector común no tiene por qué registrar. Para quien lee, Guido hizo todo lo que
hizo con "apenas" U$S 12 millones. Pero según la Rendición de Cuentas
2012 (último balance cerrado por la IM), el Departamento de Cultura que dirige
Guido ejecutó el año pasado casi 50 millones de dólares, cuatro veces más que
lo que dice la nota. Por el lado de los funcionarios, los 1.200 que se informan
equivalen al 14% de la plantilla departamental. Cabe anotar que entre ese
ejército de 1.200, y aunque se trata del Departamento de Cultura, parece que no
hay ningún diseñador gráfico, razón por cual Guido contrató a Juan Ángel
Urruzola para que diseñara la "tarjeta joven", pagándole "$
47.000, IVA incluido, por mes, de junio a septiembre", o sea, un total de
$ 188.000 (quede claro, IVA incluido). Qué belleza (inimputabilidad, impunidad,
irresponsabilidad, yo no fui).
Algo está mal
El departamento de Cultura de
Guido no hace inversiones (ese renglón ocupa menos del 3% de su presupuesto),
pese a que tiene a su cargo múltiples instalaciones y servicios (en su nómina
se incluyen los cuerpos artísticos: la Comedia, la Filarmónica, la Banda
Sinfónica; pero también las salas teatrales, las bibliotecas, los museos,
zoológicos y parques). Guido reparte sueldos. ¿Está mal que La Ciudad gaste 50
millones de dólares por año en cultura? (más precisamente, en salarios e
insumos de 1.200 funcionarios municipales o de productores culturales a sueldo
de la Intendencia). ¿Está mal? Por supuesto que no está mal en sí. El asunto es
que las asignaciones presupuestarias son relativas, porque armar un presupuesto
es un ejercicio de "suma cero": lo que le doy a uno se lo saco a
otro. Por ejemplo: los salarios que pagamos en la "Unidad de
Animación" de la Gerencia de Eventos de Guido, son superiores a todo lo
que la IM gasta en "Estudios & Proyectos Viales". O lo que
gastamos en el "Zoo Villa Dolores" equivale a 34 veces lo que la IM
destina a "Prevención de Asentamientos". O con lo que se imputó en
2012 a la propia "Dirección Superior" de Guido, podríamos haber
duplicado las intervenciones en "Áreas verdes". No estoy planteando una
falsa oposición. Estoy diciendo que si hacemos una cosa no hacemos la otra,
porque la plata es la misma (y es de los ciudadanos contribuyentes). Digo que
La Ciudad tiene pavorosos déficits en las áreas de responsabilidad central y
exclusiva del gobierno departamental: tránsito, transporte, vialidad, basura,
alumbrado, veredas, asentamientos. Y que "gobernar es priorizar",
tarea siempre ingrata, porque resulta en ganadores y perdedores. Claro que tal
no es la función de Guido, que está encantado con Ana Olivera, a quien
"con el tiempo lograremos valorar lo que significó en el proyecto de
Cultura". No, el tiempo no es tan generoso; Ana Olivera, a quien un
correligionario suyo equiparó para siempre con un electrodoméstico, será
recordada como el último eslabón de un proyecto fallido, derrotado desde
adentro por la autocomplacencia, la ideología, la ilusión milenarista, y una
crónica incompetencia para gestionar la complejidad. Apure Guido el paso, firme
el convenio con Cinemateca, arme "Montevideo Libre", y contrate un
par de veces más a Urruzola. Porque a partir de 2015 vamos a revisar línea por
línea el presupuesto de la IM, para asegurarnos que los ciudadanos puedan
llegar al teatro en ómnibus que pasen a tiempo, circulando por calles y
avenidas renovadas, o caminando por veredas transitables e iluminadas, sin
toparse a cada paso con montones de basura, ni temiendo ser asaltados a la
salida de la función. Vaya cambio cultural que tendremos que promover.
(*)
Abogado. Ex Diputado
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