El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

jueves, 17 de octubre de 2013

Colorados: proponen una elección interna

Debaten cómo elegir al candidato por Montevideo

El dirigente colorado Miguel Manzi reclamó a las autoridades partidarias que escojan un mecanismo para la elección del candidato de su fuerza política para el acuerdo en Montevideo con el Partido Nacional.

Hasta el momento se han manejado algunos nombres de dirigentes pero ninguno en forma oficial, como tampoco la forma de elegirlo. Por eso Manzi lanzó públicamente la idea de que se promueva una elección interna entre todos los que quieran participar.

"Está todo el mundo quieto, no pasa nada y el tiempo corre. (Jorge) Gandini trabaja y el Frente no tardará en hacer lo propio", sostuvo anoche el exdiputado en un acto de la agrupación Amigos de Oscar Magurno.

La idea de Manzi es promover una competición interna. "En este escenario que atraviesa el Partido Colorado es lo mejor, que no haya una decisión cupular como pasó en el Frente con Ana Olivera", destacó.

Manzi propuso que los aspirantes a la candidatura colorada en Montevideo no se inscriban ante la Corte Electoral como candidatos a convencionales, en cuyo caso quedarían impedidos de presentarse por el nuevo partido, pero sí que coloquen solamente el distintivo de la persona como parte del arte de la lista, es decir el logo y el nombre, lo cual asegura que se puede.

"La ley inhabilita a ser candidato a convencional porque la Convención Nacional es la autoridad de un partido político. Y si una persona es autoridad de un partido no puede ser candidato de otro", dijo Manzi, que recordó que la ley electoral dice, respecto a la elección interna, que "en una hoja de votación se expresará el voto por el candidato único del partido a la Presidencia de la República y por la lista de candidatos al órgano deliberativo nacional", que es la Convención Nacional. En cambio, no se estableció la misma regla para el ámbito departamental para lo cual la ley añade que "en hoja aparte, se expresará el voto por la lista de candidatos al órgano deliberativo departamental" (la Convención Departamental), sin mención alguna al candidato a la intendencia.

"La ley no impide que esta segunda hoja, además de la lista de convencionales departamentales, se incluya el nombre, la foto y/o el distintivo de un candidato a intendente", dijo.


Para que se plasme el nuevo lema ante la Corte Electoral faltan algunos trámites, entre los cuales está definir el nombre.

En el Partido Nacional se está manejando actualmente el nombre Concertación Ciudadana.

Fuente: El País 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Totalmente empantanados

Por Jorge Batlle (*)

Estimados amigos,

Los tengo abandonados hace casi un mes, es que nos tomamos unas vacaciones anuales con Mercedes y recién ahora estamos de regreso. Por supuesto que con la tableta pudimos seguir el desastre creciente del Uruguay y a nuestro regreso lo confirmamos al advertir que un grupo reducido de personas, integrantes del Partido Comunista, que controlan y manejan la v
ida sindical nacional, han colocado a la actividad, tanto pública como privada de nuestro país, al borde de la parálisis absoluta.

El gobierno por su lado y los distintos sectores de la actividad privada están sometidos al más violento y arbitrario manejo de todas las situaciones laborales del país. Las industrias tanto grandes como pequeñas ven que su destino está en manos de algunos dirigentes sindicales que han resuelto por la vía de la amenaza sindical permanente establecer mucho más dominio sobre la vida de los uruguayos que aquellos que han recibido, a través del voto del pueblo, la obligación de gobernar.

¿Quién gobierna? Hoy el que gobierna es el dirigente sindical. No cabe duda alguna. Desaparecen los remedios porque los laboratorios están de paro. Hay una controversia entre la UTE y la compañía que hace la conexión eléctrica y amenazan con parar la construcción en todo el país, inclusive en la planta de Conchillas, con el solo pretexto de demorar el fin de la construcción de la misma. No se alcanzan acuerdos de carácter salarial, porque no están dispuestos a respetar, ni siquiera, las normas fijadas por el gobierno que ellos mismos integran. En una palabra: vivimos en un mundo totalmente desconcertante y confuso para todos aquellos que quieren trabajar, que quieren producir y que quieren tener costos que le permitan mantener la actividad viva.

Un país que ha llegado al extremo de tener costos internos de tal magnitud que le impiden al gobierno, que se dice de izquierda, aumentar los salarios el último año del ejercicio presupuestal. Un país que tiene costos tan absurdos que le impide a los empresarios aumentar salarios que no pueden trasladar a precios y que no pueden absorber porque ya no tienen más rentabilidad. 

Un país que está empantanado y que no puede continuar con este perfil 5 años más.
 
Mientras tanto el nuevo titular del Poder Ejecutivo en la sombra, el Dr. Vázquez, sobre estas cosas sigue mudo, no opina, no habla, no dice nada. 

Esto es lo que el Uruguay tendrá que resolver. Si seguimos en este marasmo o realmente nos disponemos a enderezar la vida del país como corresponde.


(*) Abogado. Ex Presidente de la República

lunes, 14 de octubre de 2013

Tiempos de construcción

Por Pedro Bordaberry (*)

Esta semana iniciamos el momento más fermental y entusiasmante de la política: la discusión programática.

El año que viene, como cada cinco años, los uruguayos elegiremos el nuevo gobierno y Parlamento. Será el momento de la confrontación de propuestas y programas. 

De ahí la necesidad de empezar ahora a construir la propuesta que presentaremos a la ciudadanía el año electoral. 

Desde Vamos Uruguay le asignamos a esta etapa una importancia superior. La aprovechamos para analizar datos, estadísticas, resultados y carencias. A partir de ellos fijamos rumbos de acción, propuestas y respuestas.

Este es el momento de la discusión, del intercambio y de la construcción de la hoja de ruta que nos guiará.

Cuando lo hicimos hace cinco años planteamos muchas de las cosas que luego estuvieron en la primera línea de la agenda nacional como la educación y la seguridad.

De ahí surgieron las propuestas de la Universidad Tecnológica en el interior del Uruguay, la Universidad de la Educación o los 200 días de clase como mínimo por año. También las 50 medidas para mejorar la Seguridad, la creación del Instituto de Rehabilitación del  menor, el mantenimiento de los antecedentes y la baja de la edad de imputabilidad.

En esta ocasión estamos haciendo algo inédito: partimos del objetivo a obtener y de ahí planteamos los caminos a seguir para llegar y construiremos la propuesta.

También innovamos en la forma en que vamos a trabajar: los equipos técnicos harán foros  y encuentros en todo el país.

Realizaremos 5 foros regionales y treinta encuentros. En ellos participarán los más de quinientos técnicos que integran nuestros equipos  pero también lo harán los ciudadanos.

Porque queremos un programa que sea técnicamente el mejor pero sobre todo posible y realista.

El objetivo que perseguimos es mejorar la calidad de vida de cada uno de los uruguayos. La misma es medida por el Índice de Desarrollo Humano lo que nos da la oportunidad de conocer el resultado de las propuestas.

Para lograr la calidad de vida de los uruguayos nos fijamos cinco objetivos bien claros.

En primer lugar vamos a ir por un Uruguay próspero y solidario. Estamos convencidos que Uruguay tendría que estar creciendo más y que el crecimiento económico tendría que estar llegando a más uruguayos de forma más equitativa.

Vamos también por un Uruguay Educado e integrado. Porque el gran desafío que hoy tenemos es una educación que brinde a todos los jóvenes las mismas oportunidades. Pero también porque no debe quedar un sólo niño sin tener la mejor educación.

Vamos por un Uruguay con libertad y seguridad. Nuestra aproximación a la seguridad es a partir de la libertad. Esa que hemos estado perdiendo en los últimos años cuando no podemos vivir en paz por la inseguridad que está creciendo semana a semana. La que nos obliga a poner rejas en nuestras casas, pasar llave y vivir preocupados por esa inseguridad.

Vamos por un Uruguay integrado al mundo. Queremos una aproximación a la Relaciones Internacionales a partir de la soberanía nacional y la defensa del interés y el trabajo de los uruguayos.

Vamos por último por un Uruguay de futuro. El futuro es la Ciencia, la tecnología y también el cuidado del Medio Ambiente.

Tenemos el convencimiento de que las cosas se pueden hacer mejor, que se debe mejorar siempre, y sobre todo que debe ser mejor para más uruguayos.

Nuestras propuestas no pondrán el énfasis en la crítica al gobierno de turno sino en el hacer, en los caminos a seguir.

Los uruguayos estamos aburridos de los políticos que se pelean entre ellos y no con los problemas del país. 

Parecemos a veces más preocupados por quien tuvo o tiene razón que por las soluciones.

Desde Vamos Uruguay queremos cambiar eso.

De ahí la necesidad de tener una visión del objetivo, que lo tenemos, y un plan de acción.

Porque visión sin acción es tan sólo un sueño y acción sin visión es un pasatiempo.

A construir ese programa es que invitamos a todos los uruguayos esta semana.

En el convencimiento que estos tiempos de debate y construcción serán un aporte al Uruguay de los próximos años.

(*) Abogado. Senador de la República 

sábado, 12 de octubre de 2013

Busquemos una salida, pero no cualquier salida

Por Ope Pasquet (*)

Se ha difundido estos días un planteamiento público formulado en Buenos Aires por Dante Caputo (ex canciller argentino) y José Octavio Bordón (ex embajador argentino ante los EE.UU.), al que adhirieron personalidades como Beatriz Sarlo, Juan Gabriel Tokatlián, Roberto García Moritán y otros. Los nombrados proponen que en vez de llevar a la Corte Internacional de Justicia el diferendo entre Argentina y Uruguay por la pretendida contaminación de UPM, se busque para él una solución política. Un nuevo juicio en La Haya no recompondría por sí solo las relaciones entre ambos países, ni prevendría nuevos litigios, pero podría sí aumentar las distancias ya existentes entre aquéllos. La solución política por la que abogan Bordón y Caputo resultaría de la mediación de un grupo de países amigos, representados por sus cancilleres. Paralelamente, dicen los proponentes, se procuraría informar con la máxima amplitud a la opinión pública de ambas orillas del Plata acerca de todos los aspectos del problema: estado ambiental presente, datos de contaminación, niveles de producción proyectados, etc.

En la apreciación de esta propuesta, cabe resaltar ante todo el ánimo conciliador y constructivo que la inspira. Los autores señalan el carácter excepcional de los vínculos entre Argentina y Uruguay, rechazan las actitudes dogmáticas, mezquinas y cortoplacistas, que sólo sirven para exacerbar los conflictos, y reclaman que ambos países asuman sus responsabilidades recíprocas, guiados por “un ethos cosmopolita” y atentos a un enfoque de largo plazo de sus históricas y singulares relaciones. Imposible no compartir esta manera de acercarse al problema. Los apasionamientos nacionalistas pueden resultar sumamente dañinos; si nos dejamos arrastrar por ellos, todos vamos a salir perdiendo.

También es compartible, sin reservas, el reclamo de transparencia en todos los aspectos de la cuestión. Para empezar, hay que darle publicidad a esos informes técnicos elaborados por un laboratorio canadiense que desde hace años llegan periódicamente a la CARU y que, no sabemos por qué, Argentina no quiere librar al conocimiento público. Todos tenemos derecho a saber de qué se trata. Y no olvidemos que los primeros interesados en saber fehacientemente lo que ocurre no han de ser los habitantes de la ciudad de Gualeguaychú, que dista más de 20 km de la planta de UPM, sino nuestros compatriotas de Fray Bentos, que viven al lado de ella y corriente abajo del efluente.

Llegamos ahora al núcleo de la propuesta de Caputo y Bordón, que es la búsqueda de una solución negociada al diferendo, a través de la mediación de países amigos. Aquí tenemos que ir con cuidado.

Sin duda, una solución acordada por ambas partes es preferible a una solución impuesta por un fallo judicial Pero no es lo mismo una solución acordada por las partes, que una solución recomendada por un grupo de países amigos. La primera no puede existir, obviamente, sin nuestro consentimiento. A la segunda no se llegaría sin oírnos, pero después de haberlo hecho nuestros amigos podrían llegar a la conclusión de que para superar el diferendo es Uruguay el que tiene que hacer las mayores concesiones, por aquello de que “el hilo se corta por lo más delgado”. Los “países amigos” podrán ser amigos, pero antes son países, y como tales defienden sus respectivos intereses nacionales. En este plano seguramente es más importante para nuestros socios de la Unasur congraciarse con Argentina que hacerlo con Uruguay. Recuerde el lector qué ocurrió cuando el gobierno uruguayo quiso llevar la disputa por la planta de Botnia (todavía no la había comprado UPM) a los órganos del Mercosur: Brasil se opuso, diciendo que se trataba de un asunto bilateral entre Argentina y Uruguay; ni siquiera el grandote del barrio quiso disgustar a Argentina, su “socio estratégico”. No podemos olvidar este antecedente.

Ante una Corte de Justicia, tenemos un buen caso. A la hora de discutir si la planta de UPM respeta o no las normas a las que debe ajustar su funcionamiento, importarán los datos científicos, no los discursos políticos ni las operaciones mediáticas. No tiene por qué asustarnos, pues, la perspectiva de tener que ir otra vez a La Haya.

No se trata de que no haya que buscar soluciones negociadas; reitero que debemos buscarlas siempre. Sería bueno también que algunos países amigos ayudaran a recrear un clima de diálogo constructivo entre Argentina y Uruguay (y también en este sentido es positiva la propuesta de Caputo y Bordón). Pero confiar a terceros el diseño de una solución política es otra cosa, que no deberíamos aceptar. Si de terceros se trata, que sean jueces, como los de La Haya, y que resuelvan por Derecho; en ese terreno somos mucho más fuertes que en cualquier otro.

Es cierto que, para la sabiduría popular, “más vale un mal arreglo que un buen pleito”; pero como nos enseñaba Tarigo en la Facultad de Derecho, “muchas veces los malos arreglos terminan en peores pleitos”. A no olvidarlo.


(*) Abogado. Senador de la República

Las medias verdades de cultura

Por Miguel Manzi (*)

En su edición del pasado jueves 3 de octubre, el semanario "Búsqueda" publicó una entrevista al director de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Héctor Guido, quien llegó al cargo en 2010 tras una destacadísima carrera como hombre de teatro. La nota ofrece varias claves para acercarse al estado actual del gobierno departamental y, a su través, de la propia Ciudad. En los términos más generales, ratifica lo que se me ocurre llamar el "sentimiento de inimputabilidad", o impunidad, irresponsabilidad, ajenidad, yo no fui, que abunda entre los jerarcas frenteamplistas; así en el diseño, ejecución y resultados de las políticas públicas, como en su dimensión económico-financiera-fiscal y su correlato presupuestario. El asunto, pues, no es solo con Guido: es con la coalición en el poder de la que Guido es un calificado reflejo.

Van comentarios.

Yo no fui

Preguntado sobre sus materias pendientes después de tres años de gestión, Guido contesta: "Que todo lo hecho sirva para generar un gran cambio cultural, que lo necesitamos como ciudad y como país (...) para recuperar valores y detener el proceso de crispación de la sociedad". Tanta razón le asiste al Director, que no encuentro mejores palabras para decirlo: efectivamente, necesitamos un gran cambio cultural, para recuperar valores y detener el proceso de crispación de la sociedad. Necesitamos cambiar los paradigmas culturales y el sistema de valores que se imponen y avanzan con prepotencia de patota sobre la ciudad y sobre el país, para recuperar aquellos que nos distinguían entre las naciones civilizadas. Un pensamiento profundamente reaccionario al que adhiero con la misma convicción que Guido. La feroz paradoja es que los tales paradigmas culturales y sistema de valores que hay que cambiar, son los que prohijó, con rigurosa inspiración gramsciana, el Frente Amplio en su camino hacia el poder, y los que cultiva y financia hace casi 25 años desde la Intendencia de Montevideo y hace casi 10 años desde el gobierno nacional. En cambio, las pautas culturales y el sistema de valores que Guido extraña son los radicalmente burgueses, liberales, reformistas y progresistas bajo los que crecimos y nos educamos Guido y quien esto escribe. Pero Guido y otros dirigentes frenteamplistas fingen demencia, ponen cara de yo no fui, se desentienden de su creatura cultural y valórica y ahora la quieren cambiar. Yo, por mayor seguridad, quiero ganarle al F.A., para que deje de emitir incultura y desvalores desde el gobierno, que en Uruguay sigue siendo la mayor parte del poder.

50 millones de dólares

En la entrevista de Búsqueda, se establece que "Guido dirige un departamento que tiene 1.200 funcionarios y que en el 2013 manejó un presupuesto de $256.117.543 (aproximadamente U$S 12.000.000) para el funcionamiento de todas las unidades". Esta información, así dicha, siendo cierta, es mentirosa y mal intencionada: se refiere exclusivamente al renglón "gastos de funcionamiento", como en rigor dice el texto de Búsqueda, matiz que el lector común no tiene por qué registrar. Para quien lee, Guido hizo todo lo que hizo con "apenas" U$S 12 millones. Pero según la Rendición de Cuentas 2012 (último balance cerrado por la IM), el Departamento de Cultura que dirige Guido ejecutó el año pasado casi 50 millones de dólares, cuatro veces más que lo que dice la nota. Por el lado de los funcionarios, los 1.200 que se informan equivalen al 14% de la plantilla departamental. Cabe anotar que entre ese ejército de 1.200, y aunque se trata del Departamento de Cultura, parece que no hay ningún diseñador gráfico, razón por cual Guido contrató a Juan Ángel Urruzola para que diseñara la "tarjeta joven", pagándole "$ 47.000, IVA incluido, por mes, de junio a septiembre", o sea, un total de $ 188.000 (quede claro, IVA incluido). Qué belleza (inimputabilidad, impunidad, irresponsabilidad, yo no fui).
Algo está mal

El departamento de Cultura de Guido no hace inversiones (ese renglón ocupa menos del 3% de su presupuesto), pese a que tiene a su cargo múltiples instalaciones y servicios (en su nómina se incluyen los cuerpos artísticos: la Comedia, la Filarmónica, la Banda Sinfónica; pero también las salas teatrales, las bibliotecas, los museos, zoológicos y parques). Guido reparte sueldos. ¿Está mal que La Ciudad gaste 50 millones de dólares por año en cultura? (más precisamente, en salarios e insumos de 1.200 funcionarios municipales o de productores culturales a sueldo de la Intendencia). ¿Está mal? Por supuesto que no está mal en sí. El asunto es que las asignaciones presupuestarias son relativas, porque armar un presupuesto es un ejercicio de "suma cero": lo que le doy a uno se lo saco a otro. Por ejemplo: los salarios que pagamos en la "Unidad de Animación" de la Gerencia de Eventos de Guido, son superiores a todo lo que la IM gasta en "Estudios & Proyectos Viales". O lo que gastamos en el "Zoo Villa Dolores" equivale a 34 veces lo que la IM destina a "Prevención de Asentamientos". O con lo que se imputó en 2012 a la propia "Dirección Superior" de Guido, podríamos haber duplicado las intervenciones en "Áreas verdes". No estoy planteando una falsa oposición. Estoy diciendo que si hacemos una cosa no hacemos la otra, porque la plata es la misma (y es de los ciudadanos contribuyentes). Digo que La Ciudad tiene pavorosos déficits en las áreas de responsabilidad central y exclusiva del gobierno departamental: tránsito, transporte, vialidad, basura, alumbrado, veredas, asentamientos. Y que "gobernar es priorizar", tarea siempre ingrata, porque resulta en ganadores y perdedores. Claro que tal no es la función de Guido, que está encantado con Ana Olivera, a quien "con el tiempo lograremos valorar lo que significó en el proyecto de Cultura". No, el tiempo no es tan generoso; Ana Olivera, a quien un correligionario suyo equiparó para siempre con un electrodoméstico, será recordada como el último eslabón de un proyecto fallido, derrotado desde adentro por la autocomplacencia, la ideología, la ilusión milenarista, y una crónica incompetencia para gestionar la complejidad. Apure Guido el paso, firme el convenio con Cinemateca, arme "Montevideo Libre", y contrate un par de veces más a Urruzola. Porque a partir de 2015 vamos a revisar línea por línea el presupuesto de la IM, para asegurarnos que los ciudadanos puedan llegar al teatro en ómnibus que pasen a tiempo, circulando por calles y avenidas renovadas, o caminando por veredas transitables e iluminadas, sin toparse a cada paso con montones de basura, ni temiendo ser asaltados a la salida de la función. Vaya cambio cultural que tendremos que promover.

(*) Abogado. Ex Diputado

Bobos y cobayos

Por Gustavo Toledo

Ante una página en blanco, cualquier periodista-militante tiene básicamente dos opciones: pensar un tema interesante, investigarlo y luego redactar algo más o menos decente para brindarle a sus lectores, o, en su defecto, tomar un taxi hasta Rincón del Cerro y entrevistar al Pepe. Si prima la ley del mínimo esfuerzo -o sea, lo segundo-, alcanza con arrimarle un grabador, poner cara de interés y dorarle un poco la píldora. Lo demás corre por su cuenta. El resultado es infalible. Una nota de color ("exótica", diría él) con rebote mediático. ¿Qué mejor que eso?

El Semanario Voces publicó hace pocas semanas una extensa entrevista -tan extensa que debió publicarla en varias entregas-, en la que el presidente se despachó “a piacere” acerca de todos los temas sobre los que fue consultado, con esa superficialidad que lo caracteriza, y que su ejército de aplaudidores confunde con profundidad e incluso algunos con… ¡sabiduría!

Como es lógico, sus declaraciones-confesiones levantaron revuelo. Para eso fueron dichas, y publicadas, ¿no? Para ser replicadas en otros medios y “consumidas” por el más amplio y variado público posible. En suma, para bajar línea y conservar la centralidad mediática que tanto disfruta y explota.

Dentro del fárrago de comentarios, reflexiones y opiniones que volcó en la entrevista, se destaca una que refleja los entresijos de su pensamiento. Muy suelto de cuerpo, señaló que su esposa, compañera y asesora de imagen y comunicación, Lucía Topolansky, le dijo que vaya a los “programas bobos”, que son esos los que ve la gente. “Los programas buenos los vemos nosotros. La gente normal, la que vota, ve los programas bobos. Tenés que ir a esos, no te preocupes por ir a los otros porque es exactamente al revés, andá a los bobos que tienen que ver con el entretenimiento y ahí tratá de meter alguna”, confesó.

Y él, obediente, que no es como la gente normal, que ve otra clase de programas, que es flor de vivo, le hizo caso. Fue (va) a los “programas bobos”, a “meter alguna”. O sea, a hacer alguna “bobada”, para captar la atención de los "bobos".

¿Subestimación? No, desprecio por la "gente normal". Tan simple como eso. No le interesa elevar el nivel de los espectadores-ciudadanos. Le alcanza con que le compren "alguna". De la tatucera a la caja boba, podría ser un buen título para su parábola existencial. Al fin de cuentas, ¿qué diferencia hay entre una urna y un control remoto? Ninguna. Lo dijo claramente: la gente que ve "programas bobos" es "la que vota". Además, ya sabemos que a él lo votan “los que no piensan”, como confesó de manera mucho más descarnada antes de las últimas elecciones (La Juventud, 9/10/2008).

Ahora bien, si la gente es boba, y hay que “meterle alguna”, no debería sorprendernos en lo más mínimo su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que las quiso meter todas. Un interminable, pedante e insondable compendio de lugares comunes y necedades, que la tilinguería sin fronteras convirtió rápidamente en su Sermón del Monte.

En esa línea, tampoco debería sorprendernos que vea a los uruguayos como un gran “laboratorio” y a sí mismo como una suerte de alquimista anarco-ruralista. Para eso pasa la gorra, improvisa, acomoda el cuerpo, manguea ayuda a magnates y a oscuras fundaciones internacionales. Para transformar al Uruguay en algo similar a los Kung-san, aquella tribu africana que supo vendernos como sociedad ideal, y que cualquier bolche con al menos dos lecturas encima definiría como un claro exponente de "comunismo primitivo", y no como un modelo a concretar.

Que los bobos, los que no piensan, se conviertan en conejillos de Indias no le preocupa. Que más del 60% de la opinión pública esté en contra de su experimento -justo el mismo porcentaje que puso como frontera psicológica para irse “al mazo”-, no importa. Como te digo una cosa, te digo la otra. El hombre nuevo del siglo XXI no está para tomar el fusil y hacer la revolución sino para dar vueltas dentro de una ruedita y responder al frío y al calor con la misma rapidez de reflejos que un cobayo.

Ya lo dijo el Contador Damiani, ex presidente de Peñarol y filósofo contemporáneo: “el mejor negocio en Uruguay es importar bobos. Porque acá está lleno de vivos. ¡Lo que se necesitan son bobos!”.


Pues bien, fieles a la exégesis artiguista que hoy está de moda, sean los orientales tan bobos como cobayos.

domingo, 6 de octubre de 2013

El resultado importa

Por Pedro Bordaberry (*)

Entre tantas noticias, declaraciones, controversias y peleas públicas una información pasó desapercibida esta semana.

La brindó nuestro compañero de bancada, el Senador Isaac Umansky, al discutirse la Rendición de Cuentas en el Senado de la República.

Entre los años 2005 y 2012, en términos reales, el gasto total creció casi un 94% en todos los organismos, menos en tres.

Esos tres organismos no sólo no vieron aumentados sus ingresos sino que perdieron ingresos, según informó.

Eso, afirma Umansky y coincido con él, no es casual sino que, luego de 7 años, puede definirse como una política tendencial.

Esos tres organismos que vieron mermados sus ingresos son nada más y nada menos que el Poder Judicial, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo y el Tribunal de Cuentas de la República.

Desde la perspectiva del control, de los principios republicanos y del funcionamiento del Estado de Derecho, la postergación de dichos organismos no es una buena señal.

Ese debilitamiento presupuestal afecta a estas instituciones y sobre todo a las garantías que nos otorgan ellas como República.

Quienes hoy les retacean recursos no se dan cuenta que serán también garantía de ellos  mismos el día de mañana.

Nuestra propuesta va exactamente en el sentido contrario a la que se siguió en estos últimos siete años.

Entendemos que hay que fortalecer al Poder Judicial en tanto poder del Estado que nos da la garantía de la aplicación de la ley de forma imparcial y, en definitiva, garante de las necesarias certezas y seguridades que requiere toda vida en sociedad.

El Tribunal de lo Contencioso Administrativo evita el accionar arbitrario y antijurídico de quienes, con sus resoluciones desde la Administración Pública, afectan los derechos de los ciudadanos.

El Tribunal de Cuentas no sólo debe controlar la legalidad del gasto sino, a nuestro juicio, debería hacer lo mismo con los resultados y la gestión.

Con menos presupuesto se debilitan estas funciones esenciales.

Desde hace tiempo se culpa de todos los males del Estado, y hasta del país, a los funcionarios públicos. 

Pero poco se habla de los que dirigen a los organismos, ministerios, instituciones públicas.

Hace unos meses presentamos un proyecto de ley (http://www.vamosuruguay.com.uy/blogs/38/posts/3926) por el que se obliga a los Ministros, directores de entes y demás cargos políticos de dirección a presentar, dentro de los 120 días de asumir un cargo un plan de gestión con objetivos, resultados esperados y forma de medición de los mismos.

También se les obliga a presentar, al finalizar cada año, un informe con una rendición de cuentas sobre los objetivos cumplidos y los que no.

Es decir, fortalecer los controles, no sólo sobre la legalidad del gasto sino sobre la gestión.

Desde el oficialismo se contestó en la discusión de esta semana que se había aumentado la inversión en Seguridad, en Educación y en Salud.

Llama la atención esa afirmación. Si con nuestros impuestos, los uruguayos estamos pagando más dinero por nuestra Seguridad, Educación y Salud, tendríamos que estar recibiendo mejores servicios en esas áreas.

Es notorio que ello no es así y entonces el gastar más y obtener peores resultados agrava aún más la cosa. Medir el resultado y no sólo el gasto es imperativo. 

El Ministro de Economía contribuyó a la confusión puesto que afirmó en la Comisión que no cree en las mediciones de eficiencia del gasto.

Sin conocer los resultados del gasto es imposible mejorar. Seguiremos comprando butacas en la Universidad, aviones en Ancap, o haciendo publicidad innecesaria y hasta comprando tierras por más de diez veces su valor.

Mientras se gasta sin control de eficiencia y resultado el Poder Judicial, el Tribunal de Cuentas y el de lo Contencioso Administrativo tienen cada día menos recursos para cumplir sus finalidades.

Otras afirmaciones de Umansky fueron impactantes: el aumento enorme de la Deuda (atender los intereses lleva 48% más que los presupuestos juntos de los Ministerios de Educación, Salud, Vivienda, Trabajo y Desarrollo Social), el IVA y el IMESi siguen representando porcentualmente hoy casi la misma cantidad de ingresos que en el 2005 (¿dónde quedó la Reforma Tributaria y la presunta reestructura del sistema?), los impuestos que gravan el trabajo pagan más que los que gravan el capital (¿justicia social?) y en las últimas tres Rendiciones de Cuentas se aprobaron 1824 artículos (puede un sistema funcionar con 1824 cambios en tres años?).

Dejaremos para la semana que viene esos temas.

Rescatar los controles, respaldar presupuestariamente a los organismos que son la base de nuestro Sistema Republicano, es el llamado de atención esta.

(*) Abogado. Senador de la República 

Continuidad y cambio

Por Gustavo Toledo

Danilo Astori, el cuadro más lúcido de la derecha uruguaya, anunció en la la edición anterior del semanario Búsqueda (¿dónde, si no?) que “el rumbo” de la actual política económica está “consolidado” y, lo más importante, que va a ocupar un lugar de “primera línea” en un eventual segundo mandato de Tabaré Vázquez. Señaló que su papel es “aportar certeza y confianza” y confesó que “no podría vivir sin estar ahí”.

En la portada de esa misma edición, Búsqueda revela que Vázquez no sólo contactó a Astori sino también a Mujica para que ambos ocupen “roles preponderantes” si vuelve al gobierno.

Las declaraciones de Astori, sumadas a la información que aporta el semanario, abren una serie de interrogantes sobre el futuro del Frente Amplio y del Uruguay,  pero también sirven para disipar otras.

Vayamos por partes.

En primer lugar, queda claro que Vázquez y Astori dan por ganada la elección. O al menos eso quieren transmitir con la ayuda del ejército de asalariados que aspira a seguir prendido de la teta del Estado, de los traficantes de encuestas y “columnas de opinión”, y de los politólogos mediáticos que ningún líder de izquierda se atrevería a excluir del inventario partidario. Después de todo, hay que "ayudar a que se produzca lo inevitable", como ironizaba el maestro Popper sobre los cultores de la superstición marxista, ¿no?

En segundo lugar, si la política económica está consolidada y no hay espacio para innovaciones, ¿Fukuyama tenía razón? ¿Tocamos fondo? ¿Este es el fin de la historia? Pues, así parece. Harvard ganó la batalla ideológica. Con el respaldo de la embajada yanqui, las cámaras empresariales y los organismos internacionales de crédito, los otrora “enemigos de clase”, aquellos contra los que unos levantaron el lápiz para escribir pestes y otros el rifle para hacer la revolución, se convirtieron por arte de magia en socios y aliados. (O debería decir, ¿patrones?).

Con el MPP autoexcluido del debate de fondo, más por razones tácticas que filosóficas, Couriel, Olesker y los comités de base regenteados por el PCU representan, para el establishment progre, una rémora de lo que alguna vez fueron y ya no son. Un puñado de recopiladores de trastos viejos. Conservadores de ideas de segunda mano. Pasadas de moda. Acaso, una sombra de oposición interna que legitima, con su conmovedora endeblez retórica, la primacía del discurso dominante. En resumen, un mal necesario. Conclusión, con la preciosa ayuda de estos cuentapropistas del intervencionismo estatal, el tándem Vázquez-Astori no apuesta a “mover las raíces de los árboles” como en el pasado sino a dejar todo como está. Quietito. Bien atado. Reivindicando, con admirable franqueza, las virtudes de un “modelo económico” que los Partidos Tradicionales, por timoratos o por despistados, no se atreven a reclamar como propio. Ni mucho menos a profundizar.

En tercer lugar, cuando Astori señala que su rol es “aportar certeza y confianza” a un eventual tercer gobierno del FA, ¿está diciendo que esa política económica “consolidada” de la que se jacta y a la que rinde culto depende de que él esté en el poder o es su reconocido e infinito ego el que lo lleva a ubicarse en el lugar de “irremplazable”? Probablemente ambas cosas, pero sobre todo lo primero. Astori, para los que cortan el bacalao, y eso bien lo sabe, constituye la garantía de que la máquina no descarrile ni cambie de carril. Un mal necesario, dicen los cultores de la Realpolitik que se reúnen en el local de Tristán Narvaja. Un caballo de Troya, murmuran por lo bajo los coleccionistas de antiguallas.

En cuarto lugar, y quizá lo más importante, se aleja la idea de que Vázquez representa un cambio respecto a Mujica. Desde el punto de vista estético, del envase, y del discurso, claramente sí, pero nada más. El gobierno seguirá, en caso de ganar el Doctor, como lo está ahora, repartido en tres partes: una para Danilo y sus laderos, un puñado de conversos al más puro y duro Neoliberalismo, encargado de la Economía y quizás de las Relaciones Exteriores; otra para el MPP, más PePe que nunca, de corte marxista-ruralista, dispuesta a extender su dominio sobre áreas clave del Estado y la Cultura; y otra para los mercachifles del PS, sin una tendencia clara salvo hacia los sillones de oficina y los autos oficiales. Y las migajas que sobren, presumiblemente pocas, para el resto. Vázquez, por su parte, se reserva el rol de tribunal de alzada. De monarca sin corona. De primus inter pares.

Esto, en apariencia, no sería malo para quienes creemos en las virtudes del libre mercado. ¿Qué mejor que apostar a la continuidad de una línea económica probada y segura, que nosotros mismos iniciamos y cuyos resultados son el único logro de verdad que puede exhibir la izquierda conversa? Si no fuera por los costos que conlleva, sería la opción ideal. El problema es que de ganar Vázquez no sólo se va a mantener la política económica sino también la sistemática destrucción del sistema educativo, la falta de rumbo en la política exterior, la politización de las Fuerzas Armadas, el incesante avance sobre la justicia y la misma incapacidad para atacar las causas de la inseguridad y la delincuencia. Apostar por él, en suma, es apostar por un combo de indeseables y trasnochados que no da pie con bola. Sin contar que, dentro de cinco años, cuando los defensores del statu quo -por imperio de la Biología- deban retirarse a cuarteles de invierno, los cuadros de recambio de la izquierda dura, alimentados durante este tiempo con las hazañas imaginarias de la revolución tupamara y abundante leche de magnesia, van a tomar los remos para dirigir la nave hacia donde soñaron sus mayores.

Vázquez, en definitiva, es el escalón previo. Y Danilo, por más que se resista a verlo de ese modo, un instrumento. Su instrumento. El objetivo, dicho en menos de 140 caracteres para que cualquier twittero lo entienda, es, claramente: profundizar el capitalismo para luego pegar el salto. Como enseñó Don Carlos hace más de un siglo y medio, y ahora nadie parece haber leído. Ni recordar.  


Astori y Búsqueda levantaron el centro. Si la oposición no se decide de una buena vez a jugar en equipo, y cabecea a tiempo, más que perder el partido vamos a perder el campeonato.

Mujica y el final de la “afinidad ideológica”

Por José Amorin Batlle (*)

La decisión de Mujica de autorizar el aumento de producción a la planta de celulosa de UPM, medida que respaldamos porque prioriza el trabajo y el desarrollo del Uruguay, era imposible que no acarreara consecuencias sobre la siempre difícil relación de nuestro país con los gobiernos kirchneristas. Tanto por las actitudes de ellos hacia nuestro país como por la estrategia elegida por el actual gobierno frenteamplista para relacionarse con las autoridades del país vecino.

Es real que la tensión entre ambas naciones existe desde el mismo día en que BOTNIA, original propietaria de la planta, y el gobierno de aquella época, oficializaron la construcción de la fábrica en Uruguay. En aquellos tiempos, previos a la campaña electoral de 2004, el propio Vázquez, siendo candidato del opositor Frente Amplio, se pronunció en contra de la instalación de la planta de la empresa. Esa postura le valió, al candidato frenteamplista, el apoyo totoal de los kirchneristas de cara a la elección.

Sin embargo, ya ganada la elección por parte del Frente Amplio, Vázquez rectificó su postura y avaló la construcción de la planta. Ese cambio de postura, junto a las acusaciones argentinas a Vázquez sobre no haberle cantado la justa a Néstor Kirchner, llevaron al corte permanente de los puentes que unen Argentina con nuestro país durante años.

Es así que nos encontramos ante otra de las herencias malditas que Vázquez le dejó a Mujica, al igual que la crisis de la enseñanza, los problemas de la salud, la inseguridad y tantas otras que los uruguayos padecemos día a día.

Una vez elegido presidente, Mujica decidió que una de sus prioridades como mandatario sería recomponer la relación con el gobierno argentino. Para ello, prefirió la estrategia que muchos en Uruguay sienten que es de “sumisión” ante los deseos de Cristina Fernández de Kirchner. Así, se fueron sumando oportunidades, demasiadas a nuestro entender, en las que Mujica prefirió ceder ante los caprichos o las demandas de CFK. Desde el famoso Acuerdo Tributario hasta el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, o desde la negativa argentina al dragado del Canal Martín García hasta los bloqueos a nuestras exportaciones, la respuesta a la “buena voluntad” de Mujica ha sido el desconocimiento de los acuerdos.

Ante tanta prepotencia y arbitrariedad, Mujica debía tomar la decisión; autorizar o no el aumento de producción a UPM. Y, por suerte, tomó la decisión que el Uruguay se merecía: defender el trabajo y la soberanía nacional. Nosotros respaldamos esa decisión porque para el Batllismo, lo primero es el país. No hay cálculos electorales, ni diferencias de enfoque, que nos hagan salirnos de ese camino. Lo que es bueno para el Uruguay, es bueno para los batllistas.

No obstante, dicho respaldo no implica que compartamos el cien por ciento de lo dispuesto por Mujica. Y la razón para tal salvedad es que, cómo ya nos tiene acostumbrados, nuestro presidente optó por privilegiar lo político sobre lo jurídico, y en vez de autorizar el aumento de producción en 200.000 toneladas como solicitaba UPM –para evitar problemas con Argentina sostienen muchos-, optó por el camino del medio y autorizó un aumento sólo de 100.000 toneladas.

Mujica desoyó los informes técnicos de la DINAMA, que aseguraban que el aumento de producción solicitado por la empresa no tenía efectos adversos en el Río Uruguay, con el único fin de contentar al gobierno kirchnerista. Y su respuesta no se hizo esperar: nos hará el mismo problema que antes, es decir, que llevará el tema al Tribunal Internacional de La Haya.

Una vez más, las consideraciones que Mujica tiene con CFK, caen en el saco roto de la soberbia kirchnerista. Pero no contentos con eso, desde el otro lado del río, comienzan a manejarse datos falsos para reforzar su posición, porque los datos de contaminación ambiental manejados por el canciller Timerman parecen fabricados por Moreno y el INDEC. En cualquier momento, si seguimos así, UPM y Uruguay serán culpables de la contaminación del Riachuelo de Buenos Aires, uno de los ríos más poluidos del mundo.

Ante tal situación, el Uruguay debe ser claro y contundente. Si Argentina dio a conocer los análisis que realizó al río Uruguay, nuestro país debe publicar ya mismo todos los Informes Ambientales que tiene la Comisión Administradora del Río Uruguay, algo a lo que los delegados argentinos se han negado sistemáticamente. Porque la única respuesta al patoterismo y al agravio, debe ser la transparencia y la verdad.

La misma verdad con la que debemos llevar adelante nuestra política exterior, tanto en relación con Argentina como con el resto de los vecinos integrantes del Mercosur, que siguen balconeando este problema como si fuera un problema bilateral. Todos recordamos que años atrás Brasil ya se desentendió del conflicto con Argentina.

Este episodio debería echar por tierra, de una vez por todas, la teoría frenteamplista de la “patria grande” o de la “afinidad ideológica” con los países vecinos. La realidad demuestra que los países tienen intereses y necesidades que no piensan dejar atrás bajo ningún concepto. Lo mismo debería hacer el Uruguay. Esta es una de las cosas que los uruguayos debemos cambiar para permitir el desarrollo de la economía y el bienestar de nuestra gente en un marco de respeto hacia los vecinos.

El Uruguay debe ser fiel con su historia y su política exterior debe estar regida por una sola máxima: el respeto irrestricto al derecho internacional. Como diría nuestro buen amigo el exCanciller Didier Opertti: “el derecho es el escudo de los débiles”. Así se manejó siempre el Uruguay que queremos, el Uruguay batllista. En ese camino nos encontramos, esperamos que nos acompañen


(*) Abogado. Senador de la República  

Por el camino del medio

Por Ope Pasquet (*)

Finalmente, el presidente Mujica se decidió y autorizó a UPM a aumentar su producción de pasta de celulosa en cien mil toneladas anuales, contemplando así parcialmente la solicitud formulada por la empresa en el mes de marzo del año pasado.

De inmediato, ardió Troya. El gobierno argentino expresó en términos muy enérgicos su rechazo a la decisión del gobierno uruguayo, declaró lesionada su soberanía ambiental y anunció que llevará el caso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

En Gualeguaychú los asambleístas volvieron a congregarse en torno al fantasma de la contaminación, alentados por el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Sergio Uribarri, que posó en las fotos junto al canciller Timerman cuando este se rasgaba las vestiduras ante el anuncio oriental. En ambas orillas del Plata –pero especialmente en Uruguay- hay preocupación por el curso que pueda tomar el diferendo, sobre todo teniendo en cuenta que la campaña electoral que se desarrolla en Argentina no crea el mejor clima para buscar soluciones con discreción, serenidad y sensatez.

La dirigencia política uruguaya es agudamente consciente de la importancia que tienen, para el país, las relaciones con Argentina. Nadie se olvidó de los perjuicios causados por el corte de rutas impuesto durante años por los vecinos de Gualeguaychú, y todos tenemos presente que en poco más de dos meses estará empezando la temporada estival, en la que tanto impacto positivo tiene el turismo argentino.

Sin embargo, el apoyo a la decisión del gobierno es unánime de este lado del río. Si alguna crítica se ha esbozado, ha sido para lamentar que no se haya ido más lejos todavía, permitiéndole a UPM llegar a los 1,3 millones de toneladas anuales de pasta de celulosa que es capaz de producir.

¿Qué pasó? ¿Nos habrá ganado a todos un absurdo ánimo patriotero y antiargentino, del que sólo perjuicios podrían resultar para Uruguay? La pregunta es pertinente, porque hace apenas unos días el presidente Mujica planteaba la cuestión de las relaciones con Argentina como una alternativa entre la actitud conflictiva (el “meter pechera”, como él dijo) o la política de las concesiones permanentes que ha caracterizado a su gobierno.

Desde el simple sentido común se le contestó al presidente que entre un extremo y otro cabía el término medio de la defensa inteligente y firme del interés nacional; sin infantilismos chovinistas de un lado, ni ingenuidades “patriagrandistas” del otro.

Pues bien: la fuerza de los hechos llevó al gobierno uruguayo a recorrer ese camino del medio cuya existencia implícitamente negaba, hace apenas unos días.

Ante el legítimo reclamo de una empresa que cumple con las leyes nacionales y con los más altos estándares internacionales de protección del medio ambiente, y tras haber esperado pacientemente un pronunciamiento argentino durante más de un año, el gobierno uruguayo permitió un aumento de producción en una planta modelo a escala mundial, aumentando así la actividad económica, el empleo y las exportaciones del país. Al lado de la planta de UPM está Fray Bentos, cuyos habitantes serían los primeros en sufrir los efectos de la contaminación, si la hubiera. Pero la decisión oficial tiene el respaldo de los informes técnicos de nuestra DINAMA, así como del laboratorio canadiense que desde hace años dice que la planta de UPM no contamina, en informes que Argentina no ha querido divulgar. No se compromete la salud de los habitantes de Fray Bentos, ni la de los de Gualeguaychú, ni la calidad de las aguas del río Uruguay, permitiendo que produzca más una fábrica que ha estado y seguirá estando sometida a los más rigurosos controles.

Si para sostener estas decisiones es preciso comparecer ante una corte internacional, habrá que hacerlo. Las buenas relaciones entre países vecinos no pueden apoyarse sobre presuntas afinidades ideológicas ni personales entre los gobernantes de turno, que son tan frágiles y efímeras como ha quedado penosamente de manifiesto en los últimos tiempos; ellas deben basarse en el respeto mutuo y el apego al Derecho Internacional.

Por este camino, el gobierno tendrá siempre el apoyo de todos los uruguayos.


(*) Abogado. Senador de la República 

domingo, 29 de septiembre de 2013

Ese instrumento precioso

Por Pedro Bordaberry (*)

La educación no es un instrumento infalible (ninguno lo es), pero es el más precioso de todos. Tal vez sea el único”.

Encontré esta definición de Jorge Luis Borges, tan borgeana valga la redundancia, en un prólogo que este escribió a un libro allá por 1972.

Los admiradores del genial escritor, entre los que me incluyo, disfrutamos descubriendo esas perlas en su obra, ya sean libros, prólogos o comentarios públicos. 
Sus prólogos son mucho más que prólogos, siempre.

En este caso además de resaltar el valor de la educación en la forma en la que sólo él podía hacerlo, Borges se mete en honduras sobre la comunicación, la ética y las flaquezas de nuestro tiempo.

Como siempre, nos deja pensando, admirados de esa forma de inquirir, afirmar, describir que él tenía.

El prólogo comienza citando a T.S. Eliot que se pregunta ¿dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento y donde el conocimiento que hemos perdido en información?

Ese concepto de información que nos ha hecho perder el conocimiento es más profundo de lo que imaginamos. Está presente en uno de sus cuentos más famosos, Funes el Memorioso.

Borges se queja de que hoy día nos abruma la información trivial y precipitada de lo acontecido en el planeta en la víspera. Cada nueva información tapa la anterior y es leída para el olvido, porque sabemos que será borrada por otra esta misma tarde.

Es como si leemos el capítulo de una nueva novela, sin saber bien quienes son los personajes ni lo que les ocurrió anteriormente.

Agrego yo: las redes sociales, el acceso minuto a minuto a lo que acontece en el mundo, el internet, ha multiplicado el problema por mil.

Borges plantea en 1972 el desafío que enfrentamos hoy: “Conjugar de un modo armonioso la sabiduría, el conocimiento y la información es el arduo problema que la enseñanza tiene que resolver”.

Instruir a un niño es preparar la venidera historia del mundo dice, y tiene razón.

Saber cómo acceder a la información, seleccionar la importante, tener la capacidad de analizarla, y aplicarla son los desafíos que enfrentamos.

Información no es conocimiento y es bueno recordarlo. Pero ese no es el único problema. Borges plantea también el tema de la ética. Cita a Sócrates y su afirmación de que “nuestro deber es evitar el Mal y actuar con Justicia”.

La Ética es el mayor problema de nuestro tiempo para Borges. Aún más que la información que afecta el conocimiento.

Para a él a las flaquezas inherentes a la condición humana hemos agregado, perseverantemente, muchas otras y las enumera.

Como la publicidad, que según él “nos induce a creer que la noticia impresa de un hecho es más real que el hecho”.

O “la omnipotencia del Estado y el imperialismo, que mide la grandeza de las naciones por la mera extensión de su territorio... o el abuso de la estadística que está reemplazando a la ética”.

Lo que sucede en Uruguay hoy, prueba la certeza de estas apreciaciones.

Los números de repetición en nuestra Educación causaron alarma e impacto esta semana en nuestro país.

La Fundación Propuestas viene alertando sobre ellos desde hace tiempo. En especial en Montevideo, donde el sistema parece estar llegando a situaciones insostenibles.

Aceptar que tenemos un problema, que estamos mal, es el primer paso para salir de la situación en que nos encontramos.

Quizás no le hemos prestado atención a la realidad que vivimos hoy. No hemos tomado medidas para enfrentar las nuevas realidades sociales, familiares y comunicacionales.

Esa realidad que nos brinda un exceso de información que, muchas veces, confundimos con conocimiento.

Esa realidad que nos dice que la familia de hoy es distinta de la de hace 20 o 30 años. Ambos padres trabajan y pasan muchas horas fuera del hogar. Los medios de comunicación quitan tiempo de conversación y de formación en el hogar. La familia ya no se reúne alrededor de la estufa o en la mesa para conversar como ayer. Lo hace alrededor del televisor o de la computadora o, la mayor de las veces, ni siquiera lo hace.

Adaptarnos a esta nueva realidad, entendiendo que la Educación Primaria y Media tienen que trabajar con la familia y estas juntas deben trabajar con la comunidad, es uno de los desafíos.

Aceptar que no alcanza con tener información sino que el objetivo es el conocimiento y con este la sabiduría, es otro paso.

Acceder a la información de lo que nos está sucediendo y no prohibir el mismo y declararlo confidencial, es una cuestión de supervivencia.

De lo contrario terminaremos en ese mundo que describe Orwell en 1984 y, lo peor, seguiremos perdiendo el más precioso de todos los instrumentos, la Educación


(*) Abogado. Senador de la República 
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